¡Te lo dije, Heliodora! Te advertí que ese hombre que te cortejaba era un cursi, mas no me quisiste escuchar. Argüías que el amor nos ponía a todos tontorrones; que nos inculcaba el germen de la mentecatez y nos despojaba del sentido del ridículo... Y sí, tenías razón; pero es que las maneras que se gastaba tu rendido galán no eran normales. Tanta versificación blandengue y ripiosa; tanto requiebro; tanto floreo por aquí y por allá...
Ahora confiesas que no puedes soportar a tu pretendiente y lo llamas empalagoso; declaras que no sabías de su zalamería y afectación...
Nieves Correas Cantos
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