Fulano y Mengano se conocieron en casa de un amigo común y enseguida conectaron. Como además de hablar el mismo idioma habían bebido de idénticas fuentes, descubrieron pronto que se comprendían absolutamente e hicieron íntima su amistad.
Para su primera cita eligieron una cafetería decadente y señorial, y en ella pasaron la tarde bebiendo champán y hablando de literatura. Convinieron en que “El Jarama”, de Sánchez Ferlosio, era una de las mejores novelas en lengua castellana; aunque en lo que se refiere al teatro, no lograron ponerse de acuerdo.
Visitaron museos y también antros donde se tocaba el mejor jazz; y tan cómodos y tan entusiasmados se sentían el uno con el otro, que decidieron hacer un periplo por España.
Lo iniciaron en Teruel; y en esta ciudad, además de ver la arquitectura mudéjar, comieron un día con Leoncia. En Madrid tomaron el té con Corina; y a la mañana siguiente, ésta les acompañó a pasear por El Retiro y a comprar un almanaque con pinturas de Hopper. Julián les recibió en La Garrovilla, y delante de unos vinos, les habló de su afán por escribir. Disfrutaron de los Patios Cordobeses y de la conversación con Ana. Y en las playas canarias, Emilio les enseñó a filosofar con solidez. Se detuvieron en Valencia para visitar la Ciudad de las Artes y las Ciencias y para conocer a Olegario. Y en Tortosa, Paulina les acompañó a hacer un recorrido por el Delta del Ebro.
Cuando regresaron a Barcelona, se encontraron con que Pablo había organizado una merienda a la que iban a asistir varios amigos de la Web. Llamaron a Nieves, la mejor amiga de los dos, para cerciorarse de su presencia en la misma; y luego, se dispusieron a ir al evento para contarles a todos los hechos vividos.