Pues yo, ahora que han empezado los fríos, muchos días me levanto descoyuntada. Me duele todo y no tengo ganas de nada. Por primera vez en mi vida la pereza me invade. Busco excusas para no ir a clase porque lo que de verdad me apetece es meterme en la cama calentita, leer y escuchar la radio. Siento que ando de capa caída...
Pero voy a ir a clase. Y lo voy a hacer porque mientras estoy en ella no siento que la vejez se está apoderando de mí; me olvido de los miedos y las incertidumbres; noto que se excita mi curiosidad y mis ganas de aprender; me doy cuenta de que mi cabeza aún permanece joven...