miércoles, 4 de agosto de 2021

EL HOMBRE PICAJOSO

 Antes de conocerlo en persona, ya había oído hablar de Bernardo Tetraedro. Tenía fama de orgulloso y serio; adjetivos que yo enseguida traduje en susceptible y sin sentido del humor. Y algunas féminas decían que lo veían raro y que les provocaba fantasías insanas...

Cuando por fin lo tuve delante, me pareció un hombre con mucho morbo. Su rostro grave dejaba traslucir un montón de complejos; pero este particular, lejos de resultar desagradable, le añadía fascinación.

En este primer encuentro, el varón picajoso me embrujó. Sin que me diera ningún motivo para ello, empecé a profesarle una pasión enfermiza acompañada de ensueños que no sé si calificar de eróticos o musicales. Continuamente se me representaba su imagen y la mía cantando a dúo “Parole parole” cuales si fuésemos mi adorada Mina y Alberto Lupo; y, durante la interpretación, alcanzábamos el éxtasis.

Esta historia debió de suceder por los años de 1972. Cuando yo tenía diecinueve primaveras; me había depilado las cejas como la cantante italiana y estaba en la universidad.  

MI PRIMERA VEZ

 La necesidad de volar

De pequeño, lo que quería era escapar de la vileza. Huir de ese pozo hediondo donde el pudor permanece malherido; salir de unas aguas obscenas que descalabraban mi sensibilidad... 

Puse todos los medios para liberarme; pero, hasta que no transcurrieron varios años, no lo pude conseguir.

Sin eufemismos

Me crie en un entorno en el que se consideraba que la boca del macho tenía que apestar a tabaco y a vino. Y, especificando más, se añadía que al hombre que no fumaba el culo le olía a flores.

Como nunca eché humo ni bebí, casi todos mis congéneres me vilipendiaban; y yo los aborrecía por su constante envilecimiento.

Tampoco me estrené, como hacían ellos, acudiendo a la mancebía de la capital ni a una de las meretrices ambulantes que nos visitaban durante la feria. No, lo mío sucedió cuando tenía que suceder y resultó deslumbrante. Fue con la mujer de uno de esos patanes, que estaba harta de él.  La dama, a la que le gustaba la música igual que a mí, me invitó a su casa a escuchar el saxo de Sidney Bechet y actuó con suma delicadeza. Después, cuando “Pequeña flor” ya estaba grabada en mi memoria, me convidó a un vodca con naranjada (el primero de mi vida) y a un trozo de pastel.

EXTRANJERIZAR LA LENGUA

 Mauro

Mauro cree que extranjerizar el español es propio de personas distinguidas. Así que, como el pobre es un esnob, a la espuma la llama mousse; al salto de cama déshabillé; y a la caravana le dice roulotte. Para él, denominar calzoncillos a los calzoncillos es una completa vulgaridad. Una chabacanería innecesaria existiendo la voz inglesa slip.

Paco

Paco, por el contrario, es muy castizo. El lenguaje que usa es el típico de aquí, evitando al máximo mezclarlo con palabras de fuera. Lo suyo, a decir de muchos, más que pureza es rigidez. Si tuviera que dar su opinión respecto al hecho de nombrar hall al vestíbulo, por ejemplo, ésta fluctuaría entre calificarlo como una barbarie o una mariconada.

Como el rosario de la aurora

El sábado pasado, Paco y Mauro tuvieron una agria discusión acerca de este tema. Una controversia sobre cómo titular la refacción a la que ambos asistían. El primero aseguraba que era un lunch; mientras que el segundo afirmaba que se trataba de un refrigerio. La cosa se complicó cuando se entremetió una creatura proveniente de Centroamérica y declaró que, en esa parte del mundo, ni lunch ni refrigerio, sino lonche...

Y, como el calor era agobiante y una ola de moscas les invadió, se fueron caldeando los ánimos y el ligero almuerzo terminó como el rosario de la aurora.

CARTA DE UN LECTOR DESCONOCIDO

 Cuando os leo en el Post, siento envidia. Me gustaría tener vuestra capacidad escritural porque yo también necesito expresarme. En mi interior guardo un sinfín de experiencias que pugnan por salir y preciso darles cauce.

Observando el despejo matutino, vespertino o nocturno que mostráis, tengo la sensación de que a vosotros las historias se os escriben solas. Que vuestros pensamientos enseguida se convierten en palabras que fluyen al papel...

Mis ideas, en cambio, jamás se concretan. Son conceptos enmarañados imposibles de ordenar. Imágenes que se resisten a ser transformadas en vocablos. Memoria, oraciones y voces que no se pueden hilvanar... 

¡Cómo desearía tener vuestra habilidad! Atrapar al leedor de igual manera que hacéis vosotros y llevarlo por el inagotable mundo de la fantasía. Probar el éxtasis que se debe de sentir al contemplar la obra creada...

EL MODELADOR DE CERA

 ¡Buenas tardes! Me llamo Hermógenes Catapum Pum Pum y me dedico al arte de la ceroplástica. Modelo brazos, piernas, pies, hígados, corazones, vejigas...; y, si se tercia, cuerpos enteros. Como ustedes comprenderán, con semejante nombre y profesión nunca he pasado desapercibido; pero como estoy dotado de mucha personalidad e ingenio, ambas cosas (denominación y oficio) han resultado ser un acicate más que una rémora.

Mis obras penden del techo de mi estudio cual si fuesen jamones; y su destino final es esa especie de colgadores que hay en muchas iglesias al lado de los santos que más devoción inspiran. Una manera de que los enfermos piadosos les imploren auxilio para sanar de los males que les aquejan.

Entre mis creaciones más perfectas figura un aparato digestivo que esculpí el año pasado. Me lo encargó una mujer que padecía cólicos pasajeros; y, por lo que yo sé, mi talla, junto con la dieta que le prescribió el médico, le dio resultado. 

Ahora estoy modelando una gran cabeza. Una enorme testa que representa al hombre en general. Me la ha pedido un mecenas para que sea colocada, si se lo permiten, en un lugar preeminente de la Catedral. Y es que para conseguir lo que él pretende va a necesitar la ayuda de toda la corte celestial: ¡que la sociedad se desidiotice! ¡Ahí es nada!

UN DELIRIO MEMORIALESCO

 

I. Retrocediendo en el tiempo

Mientras las notas de “It's now or never” se esparcen por la habitación, me retrotraigo a mi infancia. Pero las imágenes que me devuelve la memoria no están ordenadas cronológicamente. Tampoco permanecen durante mucho tiempo en mi magín. Se trata de representaciones mudables; caprichosas; que van y vienen...

II. Entre lo sagrado y lo profano

Elvis Presley me subyuga con su voz; y yo, en un delirio donde se mezcla lo sagrado con lo profano, veo curas, vigilias, rosarios y procesiones. Párrocos encima de los púlpitos predicando sobre el acecho del maligno, y verbenas donde corre la cuerva y se baila agarrado... ¡aunque casi siempre con circunspección!

III. Olores

Huelo el romero de los campos y el incienso que se quemaba en la misa mayor. Los aromas cebolleros de la víspera de la matanza y el perfume de la leche fresca que se medía en cuartillos. Fragancias primaverales y esencias de sacristía. Miasmas varias. Prestigio, reputación...

IV. Sonidos

Entradas recias y viriles se entreveran con las virguerías vocales del Rey del Rock. Estrofas de “Prietas las filas” y “Montañas nevadas”; esos cánticos patrióticos que entonábamos en la escuela. Las visitas del Gobernador Civil; el Obispo; la Sección Femenina...

V. Sabores y visiones

El sabor del puro que cada año me fumaba en comandita en la Fiesta de San Marcos. Mi hermana segunda y yo jugando al fútbol contra todos los chiquillos de la calle. Nuestras correrías, junto con mi hermano, por encima de los tejados...

VI. Tacto

Libros y discos por doquiera. Periódicos, revistas...

VII. Mi caaaaaasa

Mi casa, el sanctasanctórum de la vanguardia...

EL DESPERTAR DE MI NIETA

 A mí se me cae la baba con mi nieta. Todas las gracietas que hace me parecen divinas; y su despertar, en concreto, lo tengo catalogado como uno de los espectáculos más hermosos que he podido contemplar.

Cuando la pequeña quiere regresar desde Ensueñolandia al mundo real, lo primero que hace es abrir los lucericos y mostrar aturdimiento; la confusión propia de quien no sabe dónde está... Luego los cierra y continúa durmiendo durante unos minutos más... Después los vuelve a destapar y, mirándome, me dedica una sonrisa que me embarga los sentidos...

Su aspecto en ese instante es el de una croqueta alegre y gozosa. Un bollete que va a seguir desperezándose en mi halda hasta que se acuerde de que tiene que comer... 

LA LLUVIA

 Cuando volví al pueblo donde había pasado mi infancia y juventud, jarreaba; y esa lluvia tan abundante me caló por dentro y por fuera. La mojadura del cuerpo me la quité inmediatamente después de que entré por la puerta de mi casa; pero la del alma se me quedó incrustada. Me estuvo molestando toda la noche; y, hasta que no salió el sol al día siguiente, no me pude librar de ella.

Era una especie de desazón que me afligía. Una pesadumbre que enseguida identifiqué con la nostalgia. La pena al recordar aquellos tiempos que fueron los mejores de mi vida...

EL HOMBRE ENMASCARADO

 De la pandemia guardo una imagen que me impresionó. Me refiero a la de un hombre embozado que vi en medio de un campo yermo. Un campesino que, sin tener a nadie alrededor y siéndole imposible por tanto contagiar y ser contagiado, andaba con la preceptiva máscara puesta porque así lo había establecido la autoridad. Una creatura tan acostumbrada a acatar que no cuestionaba ni advertía lo absurdo de llevar el rostro cubierto por aquellos parajes inhabitados.

Para mí, desde entonces, la figura de ese aldeano se ha convertido en un símbolo; en la representación de la obediencia ciega, la subordinación... Y, extrapolando a la vida en general las conclusiones a las que llegué al contemplarlo, me pregunto con terror hasta dónde nos podemos aborregar si prescindimos de la crítica.

EL ARTE DE EMBUSTIR

 Una mujer polifacética 

Aunque mi pasión es contar mentiras, también siento inclinación hacia otras actividades. Intereses tan diversos cuales son la cuchillería, los bolillos, la decoración... Bien es verdad que mis aptitudes para estos quehaceres no igualan al talento que tengo como cuentista; pero sin ser superlativas, las capacidades que despliego en el momento de hacer encajes o fabricar machetes exceden de lo normal.

La interiorista y el millonario

Ahora, y porque todo lo hago bien, un millonario me ha pedido que le decore el palacete que se ha construido cerca de unos humedales. Se trata de un lugar maravilloso. En primavera, los campos llenos de amapolas y margaritas semejan lienzos pintados de nieve y fuego; tintes verdes, albos y encarnados que deslumbran al espectador...

Señor Kitsch

Lo lógico sería que de la conjunción de semejante paisaje, mi arte y el dinero disponible saliera una obra extraordinaria; sin embargo, no estoy segura de que tal cosa vaya a suceder. Hay un factor que puede estorbar; me refiero al concepto de la estética que tiene el potentado. Un hombre exagerado y con un mal gusto espantoso y demodé al que yo, en privado, llamo señor Kitsch. Si no fuera un hombre tan rico, la escasez de medios serviría por sí sola para moderarlo; mas disponiendo de tamaño caudal, no sé cómo me las voy a arreglar para convencerlo de que menos es más.


EL FRÍO INVIERNO DE CRISTETA Y MIGUEL

 Me dices que presenciaste una pendencia entre Cristeta y Miguel y te creo. Añades que los ánimos se fueron caldeando hasta convertir la pelea en peleón y lo sigo dando por cierto. Lo que me sorprende es que unas personas discretas y educadas como ellos mostraran en público aspectos tan desagradables de su vida personal.

Yo hubiera asegurado que esa pareja no disputaba nunca. Estaba convencida de que era uno de esos matrimonios que, después de tener sus más y sus menos, había llegado a una situación en que ni las hostilidades existían porque la indiferencia se había impuesto. Una unión en la que cada uno hacía su vida sin inmiscuirse en la del otro. Estado que a ambos les interesaba conservar ya que, a las puertas de la vejez, les proporcionaba seguridad y les resultaba muy cómodo.