domingo, 26 de mayo de 2013

Salir de ronda


El sábado por la noche, Francisco José, su hermano Carolo y su primo Dionisio salieron de ronda. A la primera muchacha que festejaron fue a una veraneante francesa (descendiente de españoles) con la que Carolo pretendía ligar; la segunda fue la protagonista de los sueños erótico-sentimentales de Dionisio; y la tercera, Carmina.

En los tres lugares interpretaron el mismo repertorio, pero según quien fuera la destinataria de los cantos, se significaba uno, otro u otre. 

lunes, 20 de mayo de 2013

Carmina




La noticia de que Francisco José había muerto anonadó a Carmina; durante las horas que transcurrieron hasta el entierro estuvo zombi, y cuando el duelo acabó, se sumió en un marasmo que le duró semanas.
El porqué de esta aflicción tan tremenda era el amor que, pese a haberse casado con otro, Carmina le profesaba al susodicho. La historia empezó en los años sesenta cuando la muchacha, recién salida de un internado monjil, acudió a un guateque y Francisco José la sacó a bailar. Ella aceptó porque le gustó lo que veía (un joven gallardo y altanero como el de la copla) y porque en ese momento sonaba “Perfidia”, su bolero favorito. Se sintió transportada al paraíso cuando él la agarró por la cintura; y cuando le dio un mordisquito en la oreja mientras le susurraba la letra de la canción, el asunto llegó al clímax. Acabada la música lenta fueron a sentarse a una cama turca llena de cojines de colores, y allí, entre trago y trago de cuerva, el joven le contó su servicio militar. Fueron cuatro horas de intensa narración en las que ambos disfrutaron de lo lindo: el uno porque tenía como afición favorita hablar de sí mismo; y la otra porque a estas alturas ya se había prendado del galán. Cuando la fiesta acabó y se despidieron, él le dijo que tenía mucho estilo y que le gustaría volver a verla, pero como era muy tarde y había gente delante, no quedaron en nada.
Los días siguientes fueron de desconcierto y dolor para Carmina porque su enamorado no aparecía; y así anduvo hasta la quinta noche, en que Francisco José se manifestó dándole una serenata.