domingo, 21 de diciembre de 2014

Tres canciones que me dicen mucho


La primera es "Al vent", de Raimon. Esta canción llegó a mi vida por los años de 1960, en forma de disco sencillo. La trajeron mis padres de un viaje a la capital, y siempre la he escuchado con respeto y emoción. Me parece sencilla y grande, y por cuanto exalta al hombre y lo empuja arriba, debería ser el himno oficial de la humanidad.

La segunda es "La mujer que yo quiero", de Serrat. Pienso que esta canción es un canto a la mujer natural; a la mujer sin corsés físicos ni mentales; a la mujer ni gazmoña ni pazguata... A la mujer, en fin, que yo he intentado ser durante toda mi vida.

La tercera es "En un rincón del alma", de Alberto Cortez. Me parece una bellísima canción de amor, y en este caso, no sé que me gusta más: si el intérprete y autor, si el poderío de su voz, o la canción misma.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Un horror, pero... ¡bienvenida sea la Navidad!


Mis mejores Navidades: las de la infancia. Aquéllas en las que mi padre nos explicaba lo que había sucedido hacía muchísimos años en Belén, y mis hermanos y yo rebosábamos de inocencia e ilusión. Aquellas Navidades sabían a belenes y villancicos; a zambombas y aguinaldos; a misa del gallo y hoguera de los quintos; al gran Raphael cantando "El pequeño tamborilero"; a gente arrecida; a entrañamiento y espíritu... 

Ahora la Navidad me sugiere tiendas de informática llenas hasta los topes; compras y más compras; ciudades engalanadas a semejanza de la ciudad de Las Vegas; luces y villancicos machacones que incitan a consumir; playas abarrotadas; materia y embrutecimiento...

Pero pienso que el sistema económico es el que es; y si este espectáculo carente de espiritualidad sirve para que muchas personas encuentren trabajo, pues bienvenida sea la Navidad.


domingo, 14 de diciembre de 2014

Montañas nevadas, banderas al viento... Guerreros y sumisas


En una revista del colorín veo que las faldas de pata de gallo vuelven a estar de moda. Yo tengo una. Me la compré hace treinta y cinco años y todavía la uso. Está como nueva. Y es que la ropa de antaño duraba indefinidamente. Ahora ya no es igual. En este momento tengo una falda con la bastilla descosida y un abrigo con los botones por recoser. Y esto me lleva a pensar en lo negada que soy yo para la costura.

¡Con la de bodoques, vainicas, ojales y demás que tuve que hacer en el bachillerato! Parece que me estoy viendo en la clase de Labores haciendo pañitos...y en la clase de Gimnasia, haciendo monerías con los pololos puestos. Mientras, los compañeros varones marchaban recios y marciales, al ritmo de "Montañas nevadas" y "Prietas las filas", en las clases de Formación del Espíritu Nacional. 

Ejem...

martes, 2 de diciembre de 2014

La mala educación


A estas alturas de mi vida, lo que menos aguanto es la mala educación. El otro día, por ejemplo, en una cola, tuve que reconvenir a una mujer que me tosió en la cara; para más inri , yo en ese momento estaba hablando y tenía la boca abierta.
Y hace un rato, volviendo del paseo, si no me aparto y le cedo el paso a un "caballero" con el que me he cruzado, me embiste.

Y no es que yo crea en esa galantería que obliga a un operario que vuelve a su casa molido de trabajar a ceder el asiento del autobús a una señora mayor que luce como una rosa; pero la indiferencia con que hoy se mira al prójimo y lo poco que se le respeta me subleva.