El verano de 1965 lo pasé en una pedanía de Vejer; en la casa de mis tíos. Ha transcurrido tanto tiempo desde entonces que lo que queda en mi memoria son pequeños fragmentos de un todo; retazos de vivencias que se resisten a desaparecer...
I.- La mocita y el andarín que quería ser espada
Si me esfuerzo en evocar, una de las imágenes que me viene con más claridad es la de una mujer dándole escobazos y gritándole a su hija en la puerta de una choza. La razón de tal tunda era que la mocita se había enamorado de un andariego con aspiraciones toreras y quería irse a la feria con él. Recuerdo que la madre, de un modo impetuoso, llamaba “andarríos” al pretendiente “andariego”.
II.- La laguna de La Janda
En aquella época, la laguna de La Janda inundaba las tierras de alrededor. Los manantiales formaban balsas que servían para regar y donde los niños chapoteaban. A esas charcas delimitadas entre los canteros, mis parientes les decían “mares”...
III.- Más malos que la Inquisición
Los chiquillos más malos del lugar eran mi primo Germán y su amigo Manolín. Ambos eran tan traviesos que tenían a sus progenitores en un permanente ay. A mí, que nunca había salido de Cádiz capital y desconocía el aspecto de las cagarrutas de cabra, los dos elementos me las dieron de comer, asegurándome que eran aceitunas.
En una ocasión, mientras el cura celebraba la misa dominical en el recinto de la escuela, el par de ejemplares se subió en el coche clerical, que tenía las llaves puestas; y, arrancándolo, se fueron por la hijuela motorizados.
Y hubo vez en la que, encaramados a un níspero, comenzaron a defecar en el momento en que un capitoste pasaba por debajo.
IV.- Raro, feo y renegrido
El mayor de mis primos, Servando, era muy raro. Siendo ya un muchacho, no fumaba ni bebía; y, encima de leer el periódico Granma de la revolución cubana que los pescadores traían de Tánger, ¡quería estudiar! Por ser muy feo, renegrido y tener un comportamiento tan extraordinario, algunas mujeres se santiguaban cuando se cruzaban con él.
V.- El río Barbate
También me acuerdo de los baños que nos dábamos en el río Barbate. Acudíamos en las horas en que subía la marea...
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