Hubo un tiempo en que a Gloria,
sentir el sol en la cara un día de mucho frío le producía un inmenso placer. Lo
mismo le sucedía cuando notaba pasar el agua por su garganta si estaba
sedienta; al escuchar Tosca; al releer algunos libros de Somerset Maugham…
Siempre tenía ánimos para afrontar los problemas de la vida diaria, y parecía
tener en su interior una fuerza mágica que le impedía flaquear por muy mal
dadas que le vinieran las cosas.
En la actualidad, en plena
menopausia, Gloria ha sufrido dos golpes en un corto espacio de tiempo que la
han dejado al borde del desmoronamiento: uno ha sido la muerte de sus padres, y
el otro la emancipación de sus hijos. Invadida por la tristeza, no tiene ánimos
para nada, ni siquiera para escribir, cuando antes esta afición era la pasión
de su vida. Ante cada nuevo día, siente desazón y vértigo mañanero, y de vez
en cuando tiene molestias en el aparato digestivo, en el corazón o en la
columna vertebral. Recuerda las muchas veces en que un allegado le habló de la
insoportable monotonía de su vida, y piensa que quizá el susodicho padecía el
mismo mal que ahora le aqueja a ella. Advierte que su matrimonio se
resquebraja, y no sabe con certeza si ha sido una de las causas o la
consecuencia de su estado. Intenta encontrar fuerzas para salir del hoyo donde
está metida; para volver a disfrutar la vida; tener ilusiones y esperanzas y recomponer
su entorno. A ver si lo logra.