Esta madrugada abrí el ordenador y me encontré con tres nuevos escritos. Luego me puse a hacer gimnasia, y mientras mis miembros iban de un lado al otro, en mi cabeza se fue escribiendo este post.
El primer relato era de Juan. Debía de ser muy reciente porque estaba calentito y crujiente como el pan acabado de hacer. Su lectura me hizo proferir una exclamación poco académica, pero que reflejaba muy bien el asombro que me producía la capacidad de este hombre para desmenuzar los sentimientos.
El segundo era de Esteban. Se trataba de un tropo; y como tal, admitía varias lecturas. A mí me trajo a la cabeza una famosa parábola; pero siendo el autor un hombre tan sabio, vaya usted a saber lo que había querido decir. Al joven de su relato le gustaría ser barro; a Juan, brisa; y a mí, más inteligente para desentrañar los misterios que tienen que ver con lo que somos.
Y el tercero era de Yaneth. Me pareció muy oportuno dada la vulnerabilidad en que nos encontramos los mayores. ¡Gracias Yaneth!
Y ahora os quiero decir que voy a estar unos días fuera del Post. La razón es que sigo con mis estudios de Arte y me tengo que preparar para la rentrée. En los próximos días, por ejemplo, he de teñirme el pelo, depilarme las cejas, preparar el bolsito...