sábado, 24 de octubre de 2015

Reina por un día


Como es improbable que en vida Josefa adquiera notoriedad, o que muerta la canonicen, voy a hablar de ella en este post, para que su fama traspase los límites de su pueblo.
Josefa no tiene una personalidad brillante; ni es guapa, ni rica, ni intelectual... pero es sencilla y bondadosa, y quizá por eso ha podido hacer frente a una vida desafortunada sin derrumbarse.
En los que la conocen inspira cariño y compasión. Y esto es así porque enseguida se adivina que esta mujer nunca ha podido vivir su propia vida; que siempre ha llevado una argolla en forma de obligaciones, que le han impedido volar y realizarse como persona.
Y es que en la vida de Josefa ha habido un sinfín de cargas, con algún que otro zambombazo. De pequeña tuvo que bregar con sus hermanos; y en la adultez se hizo cargo de sus padres y los cuidó hasta que murieron. Atendió a su marido, crió a sus hijos y ayudó a todo aquel que la requirió. Enviudó pronto y tuvo que limpiar casas ajenas para completar su paupérrima pensión. Padeció un cáncer de mama y se curó. Y cuando parecía que todo había quedado atrás y que por fin iba a disfrutar de la vida, una de sus hijas se separó, quedando en una situación muy precaria... y vuelta a empezar.
Ahora Josefa vive en C. con su hija. Tuvo que dejar el pueblo de sus amores, sus amistades y su casa, y trasladarse allí para cuidar de su nieta.

Hace un rato, cuando he hablado con ella por teléfono, le ha entrado un no sé qué y, con la voz quebrada, me ha dicho: “Mira Nieves, con setenta años que tengo, y mi nieta siete, ya va a ser imposible que pueda ser dueña de mi tiempo alguna vez; que me voy a morir sin haber podido disponer de mi vida nunca, vamos”.

sábado, 17 de octubre de 2015

“Martín en plena sesión de autobombo”, “El delirio de Martín” o “El rey del microrrelato”


Martín, un otoñal de muy buen ver y un poquito vanidoso, está convencido de que, de habérselo propuesto, hubiera llegado a ser un gran escritor.

Cuando el numen viene a él, no le es difícil encontrar las palabras precisas para expresar sus ideas; y en estos menesteres, siempre se ha sentido tocado por la mano de Dios.

Cuando acaba un escrito, a veces queda tan complacido con el resultado y tan asombrado de su don, que entra en éxtasis y exclama: “¡Joder, qué bien escribo!”. Ni que decir tiene que a Martín, lo que más le gusta leer son sus relatos.

El susodicho, que no es tonto, es conocedor de sus limitaciones. Sabe, por ejemplo, que nunca podrá pergeñar una novela por su incapacidad para escribir más de unas cuantas líneas sobre el mismo tema (es el resultado de su gusto por el compendio). También conoce su ineptitud para la lírica y la poética; y sabe que es un zote para rimar. Por todo ello, Martín admira a los compañeros que son capaces de escribir mucho sin ser reiterativos; a los que hacen relatos poéticos sin resultar cursis; y a los que expresan sus sentimientos guardando la métrica y la cadencia sin resultar artificiales.


sábado, 10 de octubre de 2015

Bueno... ¿qué?


Bueno... ¿qué? 
¿Dejamos que esta comunidad se vaya al traste o intentamos recomponerla? 
¿Permanecemos juntos o nos desperdigamos por otras redes sociales?
¿Permitimos que el habernos conocido no sirva para nada o profundizamos en nuestra amistad?
A mí me parece que este espacio cumple una función terapéutica muy importante y, en cierto modo, nos libra de visitar al psiquiatra. Estando aquí nos relacionamos con otras personas, damos salida a nuestra creatividad y canalizamos nuestra angustia.
Todos nos emberrenchinamos alguna vez y nos vamos; pero al poco, necesitamos volver porque aquí dentro hace calor, y fuera se siente frío.
A mí me gustaría que los que nunca participan se animaran y lo hicieran. Como gancho les diré que cuando cuelguen algo en el Post, experimentarán unos subidones de adrenalina tremendos. Espero que lo prueben.
En fin, amigos... que yo creo que merece la pena y que hay que seguir intentándolo.

sábado, 3 de octubre de 2015

En pleno bajón


¡Hola chicos! ¿Qué tal estáis? Yo estoy aquí... con el ánimo por los suelos. No me acostumbro a mi nueva situación, y siento un vacío tremendo. En la cabeza tengo un sinfín de cosas que me gustaría contaros, pero me falta aliento para asomarme al Post y ponerlas por escrito.
¡Y menos mal que tengo las clases! Benditas clases que no me dejan sentir pena porque requieren toda mi atención; y que de paso (y esto no es baladí), me están bajando los humos.
Si, amigos. Esto lo digo porque para mí, que me creo tan docta, volver a la Universidad ha sido como someterme a una cura de humildad. El otro día, por ejemplo, cuando la profesora de "Fonaments de les arts escèniques", preguntó por el argumento de “Lisístrata”, mi menda sólo encontró en su magín un batiburrillo de comedias y tragedias griegas, siendo incapaz de discernir, al pronto, cuál era cada cual. 
En fin, amigos... para que veáis.