Cuando estoy muy deprimida y no
la encuentro por ningún sitio, me gustaría poder comprar la ilusión en la
tienda de mi barrio. Sería genial que viniera presentada en porciones, como los
quesitos.
Tampoco estaría mal que, en la
trastienda, un santón me la infundiera colocando sus manos/electrodos sobre mi
cabeza/batería. O tener una experiencia psicodélica que me estimulara a
escribir más de lo que escribo. O que hubiera algunos cambios en mi vida…