lunes, 16 de febrero de 2015

"Búscame, en un lugar..."


Ha muerto Sergio Blanco y yo lloro como una Magdalena mientras escucho "Búscame". Ha desaparecido otro referente de mi juventud y ya van un montón. Lloro por él y por esa juventud perdida en la que siempre había calor, pasión, esperanza e ilusión. Bendita juventud efímera y frenética que cuando quise darme cuenta ya había pasado.
Luego vino el equilibrio y la mesura; la estabilidad y la templanza; la asunción de responsabilidades y el apartamiento de las locuras; la rutina y el deber... 
Ahora las obligaciones han  menguado. Me tomo las cosas con más filosofía  y relativizo mucho más. Una de las cosas que me estresan sigue siendo subir en avión y mi mayor anhelo es conservarme como estoy.
Hasta siempre, Sergio

viernes, 13 de febrero de 2015

Encuentro en Madrid


Ayer salí con unos amigos y les hablé de vosotros. Les dije que como somos coetáneos compartimos memoria, experiencias y achaques; y que a todos os llevo en la imaginación con un apelativo cariñoso. Como quisieron saber más, fui soltando unos tras otro vuestros nombres: Poeta, Soñador, Aguerrida, Juiciosa, Joyita de la Web...,  y al acabar, los vi realmente interesados.
Les conté que en nuestros escritos, y dependiendo de como tuviéramos el día, todos podíamos ser excelsos y mediocres; rigurosos y charlatanes; sencilos y rimbombantes; sinceros y políticamente correctos... y que para final de mes Carmen había organizado un encuentro en Madrid. 
Añadí que pienso asistir y que tengo ganas y curiosidad de conoceros. Que me gustaría causaros buena impresión, pero que no las tengo todas conmigo porque, para combatir la timidez, me suelo mostrar altanera y distante. En fin, ya veremos... 

domingo, 1 de febrero de 2015

Escarceos eróticos de Ana


En nuestra juventud, el honor de las familias parecía residir en la entrepierna de la mujer. No éramos dueñas de nuestro propio cuerpo, y se nos sometía a una presión insoportable a fin de que mantuviéramos la virginidad. A la que había tenido novio se la consideraba “material de segunda”, y a la madre soltera se la proscribía.

En este contexto, Ana, pudorosa e intelectualmente progresista, tuvo unos escarceos eróticos con su profesor de autoescuela. Ana tenía dieciocho años y estaba en la Universidad; y el profesor treinta y cuatro y estaba casado. Haber, haber, hubo poco: la cosa no pasó de un simple tonteo. Pero el tótum revolútum que formaban el ser primeriza, las hormonas en erupción, el estar contraviniendo las normas de una sociedad que la oprimía, y la sensación de peligro le hicieron experimentar a nuestra amiga impresiones sin par.