Ha muerto Sergio Blanco y yo lloro como una Magdalena mientras escucho "Búscame". Ha desaparecido otro referente de mi juventud y ya van un montón. Lloro por él y por esa juventud perdida en la que siempre había calor, pasión, esperanza e ilusión. Bendita juventud efímera y frenética que cuando quise darme cuenta ya había pasado.
Luego vino el equilibrio y la mesura; la estabilidad y la templanza; la asunción de responsabilidades y el apartamiento de las locuras; la rutina y el deber...
Ahora las obligaciones han menguado. Me tomo las cosas con más filosofía y relativizo mucho más. Una de las cosas que me estresan sigue siendo subir en avión y mi mayor anhelo es conservarme como estoy.
Hasta siempre, Sergio