Un día, yendo por Barcelona, oí a mi paso la siguiente exclamación: ¡Odo, pero si es la Many! Me dio un vuelco el corazón; y supe, antes de mirar a la cara a la persona que la había proferido, que estaba ante un fuentealamero. Y es que hay vocablos, como odo y pijo, que nos caracterizan como gente de aquí; y usos y costumbres que conforman nuestra identidad y nos dan el sentido de pertenencia.
Yo nací y me crié en Fuente Álamo; y, apenas iniciada la adolescencia, me fui a vivir a Barcelona. Por diversas circunstancias, estuve muchos años sin volver; y cuando lo hice, pude reconocer el pueblo por su folclore y su cultura.
Guardo fotografías de mis abuelos presenciando El Encuentro en un balcón de la calle Mayor; y recuerdo cuando, siendo mi hermano Marcelo y Sabina la de Ricardo dos tiernos infantes, los vistieron de pastorcillos y los auparon para que dieran sendos besos a La Dolorosa y a San Juan. Y todo esto ocurrió en la calle Mayor.
Este año, por motivos que nadie conoce, se ha acabado con una tradición centenaria y se ha llevado El Encuentro a un lugar distinto de su ubicación original. Puede haber resultado bien, pero la procesión de Viernes Santo se ha desvirtuado; ya es otra cosa.
Las tradiciones y prácticas de Fuente Álamo nos hacen ser quienes somos; y la condición de fuentealamero, sin ser exclusiva ni excluyente, es una bendición de Dios que debemos preservar.