sábado, 13 de mayo de 2023

DE PÁMPANAS Y GORRIONES

 Ahora que la vorágine citadina me tiene atrapada y apenas consigo respirar, recuerdo con añoranza mi última estancia en el pueblo. Fueron días en los que el paso del tiempo se lentificó y pude saborear la llegada de la primavera. Entonces logré percibir cómo la parra del patio se iba llenando de pámpanas; y también el modo en que las tinieblas se mostraban cada tarde más remolonas a la hora de engullir el paisaje. Los gorriones, con sus trinos, me despertaban al amanecer; y era manifiesto que el júbilo y el esplendor de la nueva estación estaban acabando con el ocaso y la melancolía del invierno...

Nieves Correas Cantos

EL DON DE ACIERTO, LA BULERÍA Y LA SOLEÁ

 Soy como un cantaor que en un entierro se arrancase por bulerías; o que en un jolgorio entonase una soleá. Bueno, de manera aproximada... Porque el cantante de flamenco, a pesar de su salida extemporánea, conseguiría cautivar con su arte. Mientras que yo, con mi inoportunidad acostumbrada, lo único que logro es desconcertar primero y fastidiar después.

A mí unos me llaman metepatas; otros, bocazas; y otris, “disparatao”... Es igual: el caso es que carezco del don de acierto y no doy una. Que siempre hago y digo cosas fuera de conveniencia; que nunca sé lo que procede y lo que no...

Es como si me faltara la capacidad para apreciar el ambiente y que, por tal motivo, no pudiera responder de manera adecuada en casi ninguna ocasión. O como si mi percepción y mi reacción emocional no se correspondieran... O puede que, al habitar en un planeta fuera de la Vía Láctea, no me lleguen bien las ondas terrestres y permanezca sin comprender...

Nieves Correas Cantos


PROCURO OLVIDARME

 Cuando escribo, procuro olvidarme de quién soy. Intento preterir los años; el hecho de estar casada; mi condición de abuela... Porque, si no descuidara mi posición de señora formal antes de coger el lápiz, ¿cómo iba a lograr pergeñar un texto sobre juegos eróticos, por ejemplo? ¡Me sería imposible entrar en materia! 

La semana pasada, cuando me enteré de los años que cumplía el internauta Cirilo de Metagoge, me sorprendí de verdad. Yo a este hombre, al que únicamente conozco por sus escritos, le hubiera echado treinta y tantas navidades, máximo cuarenta; pero nunca las setenta y siete que Facebook aseguraba que tenía...

Semejante revelación etaria sobre Cirilo me dejó tan asombrada que desde entonces no paro de cavilar. De meditar acerca de si saber el tiempo que tiene un autor influye en el ánimo de sus lectores; y también, de cómo la senectud puede llegar a condicionar al que escribe por miedo a resultar ridículo; a ir más allá de lo debido; a decir cosas impropias de su venerable estado...

Lo cierto es que el septuagenario del que hablo no parece limitado por su situación. Sus letras son flamantes y apasionadas; diferentes cada día; capaces de desconcertar... 

Nieves Correas Cantos


EL ARTE DE COMPONER VERSOS

 ¡En menudo berenjenal me he metido! Me propusieron un reto y lo acepté. Nada más y nada menos que escribir un poema sobre la malicia. Yo, que desconozco por completo las reglas de la versificación y que nunca he tenido un arrebato lírico... Tampoco soy psicóloga ni sacerdotisa. Pero... ¡si ignoro por completo lo que anida en el corazón de los mortales! 

A fin de no encontrar muchas dificultades he optado por el verso libre; de esta manera   no tengo que atender a rimas, metros y demás... Asimismo, para hablar con propiedad de la perversidad me he fijado en el modo de proceder de un malvado. Se trata de un hombre que me presentaron hace tiempo. Un ser que curiosamente gozaba de gran predicamento entre sus semejantes y al que mi menda en secreto llamaba “El de la doble intención”.

En principio he hecho un borrador. En cuanto lo leáis, advertiréis que es muy reiterativo. Sé que con dos estrofas bastaría para expresar lo que quiero dar a entender; empero el problema reside en que me comprometí a componer más de cuatro fragmentos.

En fin, allá va...

                                 PALABRAS ENVENENADAS

Voces aparentemente laudatorias que contienen ponzoña 

Estiletes envueltos en tisú 

Hilos de oro para disimular el acero...


Tósigos recubiertos de encomios desmesurados

Jazmines para enmascarar boñigas malolientes 

¡Loores a mansalva! ¡Retorcimiento! ¡Doblez!


Vocablos de aspecto luminoso que cuando se disuelven, 

sueltan un veneno que quizá no tenga antídoto...

Hablas nocivas, solapadas...

Peroratas demenciales que pueden causar un daño moral de incalculable tamaño...


Tontos por aquí, tontos por allá...

Fanes, hinchas, propagadores del vilipendio

Estúpidos incapaces de percibir la mordacidad...


Nieves Correas Cantos


UN MUSICAL PARA REPRESENTAR EN BROADWAY

 Yo canto mucho. De mi acontecer diario se podría hacer un musical para representar en Broadway. Rara es la jornada en la que no entono “Corazón de melón”... ¡Y siempre moviéndome al compás! Corazón de melón, de melón, melón, melón, melón, melón,  corazón... ¡Hala, a bailar!

Y lo mismo me sucede con “A la sombra de una sombrilla”. Para interpretar esta mazurca, me suelo acompañar de un quitasol que conservo desde hace años. El utensilio en cuestión es una preciosidad. Me lo regaló una poetisa dedicada al estudio del dialecto lesbio que conocí durante un viaje en transatlántico.

Las ganas de modular una tonada u otra me entran así, de repente... según me inspire el momento y el aire y el sol que entran por la ventana.

Además están las letrillas que me apetece vocalizar en determinadas situaciones. Cuando me balanceo en la mecedora de mi casa y con harta imaginación me parece estar surcando el viento, la declamación de “Volando voy” es obligada. Ajustándome al vaivén de la silla, allá que me lanzo con el gran tema de Kiko Veneno...

Pero ninguna romanza me cautiva tanto como “Yo te diré” de “Los últimos de Filipinas”. Siempre que sus notas atraviesan mi garganta, entro en éxtasis...

Nieves Correas Cantos


¡LAS VUELTAS QUE DA LA VIDA!

 En el tiempo en que ambos éramos pequeños, Uve me resultaba insufrible. Era tal la aversión que me provocaba que en mi magín aparecía representado como una especie de limón andante emitiendo agrio. Se me antojaba estirado, adusto...; la antítesis del héroe que salía en los tebeos.

Mi desafección hacia Uve estaba relacionada con el hecho de que él era el dueño de la bicicleta que a mí me gustaba; un velocípedo cuya conducción me originaba la mayor felicidad. Se trataba de una máquina de color negro, grande, potente... Evidentemente me humillaba tener que pedírsela; no podía soportar que mi dicha dependiera de su voluntad....

Lo sorprendente es que ahora, y después de muchos años sin vernos, el odiado antagonista de antaño se está  convirtiendo en uno de mis allegados favoritos. Cuando me reencontré con él hace poco, descubrí a un ser humano que respiraba bonhomía. Un amante del campo, la música clásica y la historia con el que vale la pena estrechar amistad.

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EL DESPISTE Y LA CEPORREZ

 Ayer, al caer la tarde, un viento frígido procedente del cerro Patatón comenzó a soplar por el pueblo. Fue una corriente de aire que terminó con el buen tiempo que veníamos disfrutando; y, también, una perturbación atmosférica que nos recordó que la primavera es una estación imprevisible. 

La poderosa ventisca enseguida se coló por las rendijas de las casas de la villa templando sus ambientes; y al paisanaje no le cupo otro remedio que volver a encender la calefacción.

En mi vivienda, la borrasca patatera también se hizo notar. De hecho, mi menda pasó en un instante de sentir calor a frío; y fue entonces, al intentar conectar el aparato de aire para que calentara la habitación, cuando se puso de manifiesto lo despistada y cazurra que puedo llegar a ser.

Porque no sólo es que me equivocara de mando y cogiera el de la televisión; es que, al ver aparecer a los personajes de “Sálvame” en lugar del ardiente fluido, no me percaté de manera inmediata de mi error. Al contrario: durante un rato estuve tratando de entender lo que me había parecido un prodigio de la técnica.   

Nieves Correas Cantos


EL SALTAMONTES Y LA MUJER DISPARATÁ

 Desde hace un par de horas estoy intentando echar a un saltamontes de mi dormitorio. Como desconozco todo lo referente a este animal, actúo al tuntún; ejecutando movimientos raros y diciéndole al bichejo que se vaya. Él me mira con sus ojos prominentes y me contesta que nanay; después, de manera inmediata, pega unos cuantos brincos y se instala en el otro extremo de la habitación. Hace un momento, por ejemplo, se encontraba adherido a la pata del armario; y ahora lo descubro detrás del secreter. ¡Y todo el numerito lo está realizando sin parar de estridular!

Me estoy poniendo histérica porque la tarde avanza y yo necesito que el molesto visitante desaparezca de mi alcoba antes de la hora de dormir. ¡No quiero ni pensar lo que sería pasar la noche sabiéndolo cerca! En una ocasión he logrado que se pusiera al borde de la ventana abierta; y, para animarlo a que traspasara el marco, he comenzado a medio gritarle “¡hale, hale!” a la vez que gesticulaba... ¡Pero nada!

Enfrente de mi casa se ha colocado un cotilla que no deja de mirar hacia mi balcón. El hombre no pierde ripio de todo lo que está aconteciendo. Debe de pensar que estoy disparatá al verme vocear y revolverme de esta manera.

Nieves Correas Cantos 


EN INTERÉS DEL AMOR – Si me necesitas, silba

 Hay historias que se escriben solas. En estos casos a los que me refiero, el literato, convertido en amanuense, no tiene más que dejar que el lápiz se deslice por el papel.

De un modo opuesto, existen sucesos que se resisten a ser contados. Que ofrecen tantos obstáculos cuando el autor intenta plasmarlos en la hoja que al final lo obligan a desistir.

Los hechos que quisiera contar hoy pertenecen a esta segunda categoría. Ayer le dije a mi amigo Vicente que iba a hacer un escrito acerca de ellos, pero me está resultando imposible. Las frases que se me ocurren no se ajustan a las reglas gramaticales; y los adjetivos, adverbios y expresiones que tanto pueden afear un texto están acudiendo a mi mente sin parar. Es como si los protagonistas del acontecimiento me estuvieran manifestando en muy alta voz que no quieren notoriedad. 

Se trata de una pareja que ha dejado de convivir para preservar el connubio. Unos cónyuges que alegan que, sin el roce diario, las ilusiones reverdecen y el amor vuelve a lucir esplendoroso. El hombre, que mora en el piso de arriba de la vivienda, y la fémina, que reside en el de abajo, se silban cuando se necesitan. Y a mí, que soy una cinéfila empedernida, no dejan de parecerme Humphrey Bogart y Lauren Bacall en “Tener y no tener”, por esa costumbre de producir silbos...

Nieves Correas Cantos


DESPUÉS DE LA PROCESIÓN – De bailones y bailongos

 Yo pensaba que un bailongo era un hombre que se pirraba por el baile. Pero resulta que un bailongo también puede ser una celebración de regular monta; un festejo pachanguero, como si dijéramos...

Tal declaración sobre los significados de la palabra “bailongo” me la soltó mi amigo Eliseo el otro día, mientras nos tomábamos un plato de queso frito y unas cervezas después de la procesión. Fue una explicación muy oportuna porque estábamos recordando las verbenas domingueras que antiguamente se celebraban en mayo con motivo de la festividad de la Virgen y muchos derivados del vocablo “baile” surgían en nuestra conversación. 

Eliseo es muy culto y algo sentimental. Ambos nos hallamos unidos por un afecto que trasciende la amistad; algo parecido a un hilo invisible que nos mantuviera permanentemente enlazados. Fue con él con quien dancé mi primer pasodoble y dicha experiencia me marcó. Ocurrió durante una de aquellas verbenas domingueras...

Nieves Correas Cantos

EL ÉXTASIS CAMPESINO – Soliloquio de una naturalista

 A mí, lo que me apasiona de verdad es la naturaleza. Andar por el monte estudiando la flora y la fauna del lugar me provoca un placer inigualable; un goce espiritual que no soy capaz de describir. Por este motivo nunca voy a abandonar el pueblo en el que vivo. ¡Y Dios sabe que en determinados momentos añoro los cines, los teatros o los museos! Y también echo de menos ese popurrí de gente diversa típico de la ciudad y que tanto me avivaba cuando residía en ella. Pero reitero que ningún deleite es comparable a ese sentimiento que me embarga siempre que estoy en el campo; un embeleso al que en broma suelo llamar éxtasis campesino.

En mi tiempo libre, el más provechoso, cojo mi cámara con teleobjetivo y me voy a disfrutar lo que el cielo y la tierra me ofrecen. Mi mayor ilusión sería ver a algún miembro de la familia de linces que de manera sorprendente habita por estos pagos. Todo comenzó con una hembra que un día apareció por las inmediaciones; una félida que nadie sabe de dónde vino...   

Nieves Correas Cantos

EL AMANTE IMAGINADO

 Cada mañana hago el amor con un desconocido. Sucede en el ascensor; mientras recorro los cincuenta pisos que me separan de la calle. Mi partenaire es alguien que me precede en el uso del montacargas. Un ser del que ignoro todo, excepto su olor.

 Sus efluvios me parecen secos; los propios de una persona formal. En los primeros días, dichos efluvios se adentraban por mis fosas nasales y como un elixir deliciosamente suave y áspero a la vez me impregnaban cumplidamente. Pero después de una semana, mi fantasía comenzó a corporeizarse  y los placeres matutinos entraron en un nuevo estadio.

Ahora, el hombre imaginado tiene un físico determinado. Su apariencia es la misma que un libro que leí de adolescente en las monjas definía como el prototipo de la masculinidad; y sus actitudes basculan entre la acrimonia y la delicadeza...

En una ocasión pude haberle visto. Sucedió cuando cambiamos al horario de verano; el primer lunes en que tuvimos que madrugar. El hombre fragante, rezagado, estaba dentro del elevador que acudió a mi llamada. Sé que era él porque apenas abierta la puerta, vislumbré una figura que emanaba el seductivo aroma... Entonces tuve la oportunidad; mas lo que hice para preservar mi sueño fue retroceder y dejarlo marchar... 

Nieves Correas Cantos

DENTRO DE NA

 Dentro de na voy a cumplir setenta años. La cifra me abruma; y, quizá por ello, la publico en alta voz. Esta proclamación es un acto chulesco. Una manera de desafiar a la edad con mucha altivez. Contrariándola en su deseo de que baje la cabeza avergonzada por su grandura... 

Sé que en mi desigual pelea contra el tiempo va a acabar ganando el tiempo; pero, mientras, lo chincho todo lo que puedo.

Mi nieta Aurora, que cumplió dos años en febrero, dice que ella tiene dos; su abuelo Pepe cinco y su abuela Many cuatro... Y yo, como sé que la pequeña es muy lista, me quedo con su apreciación.

Nieves Correas Cantos

DOÑA FLORENTINA Y EL HORRIBLE PORMENOR

 Cuando una conversación me aburre, no suelo bostezar. Lo que sí me sucede de manera invariable es que se me caen los mofletes. Es como si el tedio se me acumulara en los carrillos y con su peso los hiciera descender.

Si mi interlocutor es sagaz, mi desplome facial le hace comprender que la charla que mantenemos no consigue cautivarme y reacciona; mas como se trate de un dialogador pagado de su discurso y/o poco avisado, puede seguir con su cháchara durante horas, aunque las mejillas me lleguen al pecho. 

Esto último es lo que me sucede con un amigo bonísimo, pero más pesado que el plomo. Coleccionista de botellines, el problema no radica en que a mí no me interesa nada su afición; sino en que, careciendo de elocuencia, no deja de hablar de ella. Sin advertir que la minuciosidad está reñida con el entretenimiento, mi allegado explica con todo lujo de detalles hasta la mayor pequeñez. Pormenoriza y pormenoriza... ¡No hay quien lo aguante! ¡Cada vez que lo veo me echo a temblar!

Nieves Correas Cantos

ME LLAMO JOSÉ

 Me llamo José; José Equis Ye por si a alguien le interesa...

Mi nombre me parece sobrio y elegante; pero, cuando era pequeño, me molestaba que tantos congéneres lo llevaran. De hecho, en la escuela, más de la mitad de los alumnos éramos tocayos; y, por este motivo, el maestro necesitaba identificarnos por el apellido.

A mí, que no bastara mi nombre de pila para ser reconocido me hacía sentir inferior. Tenía la sensación de resultar insignificante; una simple partícula perdida en el magma de lo común... Entonces me hubiera gustado tener una gracia rimbombante; algo como Zacarías, Eustasio, Salustiano o Bernabé... Luego, con el tiempo, adquirí seguridad y comprendí que era yo quien debía singularizar el apelativo y no el apelativo a mí.

La familia y los amigos siempre me han dicho Pepe. Pepe por aquí, Pepe por allá... Y no es que esta forma de designarme sea más original... ¡Qué va! Abundamos de tal modo los Pepes que, en cualquier lugar público, en el momento en que alguien vocea semejante hipocorístico, somos varios los que nos volvemos sintiéndonos clamados.

Recuerdo cómo le cautivaba mi nombre a una chica con la que anduve en amores. Se prendó de él la primera vez que bailamos juntos. Se lo susurré al oído cuando me lo preguntó. Después, le privaba repetirlo en determinados instantes...   

Nieves Correas Cantos


DE MAYOR A MAYORCÍSIMA

 I. El porrazo

Aquel porrazo me dejó dolorido el cuerpo y el alma. Fue un batacazo monumental; de los que hacen época. Me lo pegué en las postrimerías del verano pasado; el día en que, deambulando por una capital de provincia, trastabillé y caí cuan larga era. Desde entonces tengo la impresión de estar instalada ya en la vejez. Es como si el golpe maldito hubiera actuado como una patada en el culo; una formidable coz que me hubiera despachado de la madurez a la senectud de un modo directo y sin contemplaciones.

II. Un pesimismo exagerado

En muy breve espacio de tiempo he experimentado cambios que me mantienen expectante y que voy a intentar describir. Para empezar diré que mi característica viveza está siendo sustituida por la tribulación y que este hecho lo condiciona todo. Ahora me acobardo con facilidad; me siento más vulnerable y he renunciado a hacer planes a largo plazo ya que el futuro se me antoja plagado de incerteza. También, y sin poderlo remediar, me estoy identificando tanto con el papel de persona mayor que pronto será éste el título que me defina. Conjugo con asiduidad el verbo flaquear porque mi cuerpo se debilita y la idea de la muerte forma parte de mi pensamiento. En fin, que me he convertido en la alegría de mi casa...

III. La nostalgia

Creo que mi amor por el absurdo permanece intacto, pero dudo que mi talento disparatador lo esté también; una granítica sensatez se ha apoderado de mí y me está fosilizando... Recuerdo con una nostalgia infinita el tiempo que se fue...

Nieves Correas Cantos


LA SALVACIÓN DE UNA NÁUFRAGA

 En mi vida nunca pasa nada... ¡Cero! Nada bueno, ni malo, ni regular... Y la gente que me rodea desconoce por completo lo agobiante que esa nada puede llegar a ser...

Mis días, carentes de acontecimientos, se suceden todos iguales en un rosario interminable; y yo, sin ningún elemento provocador que me haga reaccionar, soy como una náufraga perdida en el mar de la monotonía... 

Es por ello que la otra noche, cuando descubrí un programa de radio en el que los oyentes contaban sus cuitas, llamé y les dije que me llamaba Rufina. Y a partir de que se tragaran esa trola, me desinhibí y me inventé una nueva existencia. Les referí que andaba en amores con un chocolatero, pero que recientemente había aparecido un antiguo novio removiendo viejas pasiones y que estaba confundida. También les aseguré que la marquesa del Pijiritito me había elegido para redactar sus memorias y que por tal motivo tenía que alternar con damas y caballeros alcurniados y con donjuanes de vejez triste que aun me tiraban los tejos... En fin, que la audiencia quedó entusiasmada con mi historia y está deseando que la continúe...

Sé que estoy mintiendo a los radioyentes, mas no me remuerde la conciencia porque no tengo propósito de engañar. Mi cuento no es una patraña, sino una ficción; una quimera destinada a ilusionar e ilusionarme. De hecho, mi ahora se me antoja apasionante...

Nieves Correas Cantos


DE LÁPICES, SACAPUNTAS Y GOMAS DE BORRAR

 Los lápices están todos juntos en una taza; encima de la mesa. Comparten vasija con el sacapuntas y con la goma de borrar. Los hay de todos los tamaños, pero de una sola marca. Me he acostumbrado a tal sello y no puedo cambiar.

El comportamiento de los lapiceros va variando según su longitud. Los más eficaces son los cortos; los que por haber redactado mucho han necesitado ser afilados miles de veces. Estos grafitos conocen perfectamente la técnica escritural; mas, debido a ello, resultan previsibles y con frecuencia adocenados. De un modo opuesto, los largos y recién estrenados deslumbran por su novedad; sin embargo, su destreza expresiva suele ser tan escasa que el estilo incomoda...

Por tal motivo, los mejores son los de tamaño intermedio. Los que conocen el método, empero no renuncian a experimentar. Los que prescinden de ardides destinados a promover los sentimientos más elementales de los lectores; aquellos que no están dispuestos a sacrificar la calidad en aras del resultado...

Nieves Correas Cantos


PARLAMENTO DE UNA EXPERTA EN ANDARES

 Enfrente de mi casa no hay otra vivienda, sino un callejón. Una travesía por donde circulan los lugareños que van hacia la plaza o vuelven de allá. Un pasadizo por el que durante el día transita casi la totalidad de los vecinos. 

Debido a esta circunstancia, mi morada ofrece ventajas extraordinarias en lo que se refiere a practicar el curioseo. De hecho, no necesito moverme de mi cuarto de estar para espiar a mis paisanos; ni siquiera preciso asomar la cabeza a la ventana... ¡Desde la hondura de mi habitación lo diviso todo!

Aunque nunca dejo de cotillear, reconozco que cuando más fructífero resulta el escudriño es en primavera. En esta estación, la gente no va por la rúa arrecía de frío ni achicharrada de calor y tanto lo bueno como lo malo se hace patente...

Entonces puedo atisbar sin cortapisas el modo de andar de cada cual y formar una idea sobre su estado anímico y su osamenta. Me fijo en el caminar airoso del vencedor y en el errar del que se siente perdido; en los movimientos del hombre dinámico y en la poca marcha del gandul... También soy muy diestra detectando cojeras. Quizá porque tengo una pierna mas corta que la otra, soy capaz de percibir la más ligera asimetría...

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