Esta mañana, cuando he abierto el ordenador y lo he visto inundado de mensajes con buenos deseos, me han dado ganas de ponerme a gritar. Y es que la vida es durísima; y el destino, con su ceguera y crueldad, nos hace putadas inconmensurables de las que apenas nos podemos defender.
Yo, por ejemplo, no sólo no he sido agraciada por la lotería, sino que encima, ésta le ha ido a tocar a la persona que más detesto; a la que siempre ha rivalizado conmigo en ser la mejor; y la única que se cree con méritos para hacerme sombra... ¡a mí!
Para mayor escarnio, su casa y la mía forman rinconá y estoy condenada a verla a todas horas. Desde el día del sorteo anda pavoneándose por el pueblo; y, si antes era afectada, ahora ha desaparecido de su persona cualquier atisbo de naturalidad o sencillez. Y lo peor es la actitud de muchos paisanos. Estoy segura de que a la mayoría de ellos les da cien patadas la suerte de la vecina; pero fingen alegrarse y no dejan de darle los parabienes y de bailarle el agua.
¡Qué desgracia! ¡Con la cantidad de gente que hay en el mundo y ha tenido que tocarle el gordo a ella!
Este escrito es fruto de mi imaginación. Me lo acabo de inventar. Además es una tontería porque la envidia corroe poco.
¡Feliz Año Nuevo a todos!