domingo, 15 de enero de 2012

La estación de Albacete

Un día de Navidad, mientras estaba en la estación esperando que llegara el tren donde venía mi hija, tuve las siguientes experiencias: me encontré con una mujer a la que no veía desde mi niñez, y que reconocí por su sin par permanente; intenté sentarme en el vestíbulo y no pude por falta de sillas; disfruté mucho contemplando las vistas de los pueblos castellano-manchegos expuestas en los paneles; compré en la juguetería un libro con preciosas ilustraciones para aprender a hacer magia; y, cuando entré en el retrete, vi las partes pudendas de la mujer que estaba al lado reflejadas en el suelo. Ni que decir tiene que, a partir de ese momento, además de sillas en el vestíbulo eché de menos paneles divisorios más largos en los servicios.