sábado, 24 de enero de 2009

La afición a la lectura

De pequeña, me acurrucaba en el sofá junto a mi padre para que me leyera libros y tebeos. De los primeros, mi preferido era “Sin noticias de Gurb”, de Eduardo Mendoza. La historia de un extraterrestre buscando a otro por Barcelona me fascinaba. Me lo tuvo que releer un montón de veces. En cuanto a los segundos, era una entusiasta de Mortadelo y Filemón. Alrededor de los diez años me aconsejó que leyera “La Perla”, ese libro maravilloso de Steinbeck que valoré después, ya que lo que verdaderamente llamaba mi atención entonces eran los libros que llevaban en el título la palabra “amor”. Luego, conforme crecía, fui descubriendo a los clásicos. En esta época me gustó mucho “Rojo y negro”, de Stendhal; y para ayudarme a aclarar cuestiones trascendentales, solía leer a Bertrand Russell. En fin, que la afición a la lectura no me ha dado sino satisfacciones y por ello le estoy inmensamente agradecida a mi padre que me inculcó esta afición.

domingo, 11 de enero de 2009

¡Viva el consumo!

Rebosantes de espiritualidad hemos acabado “la Navidad” y nos hemos adentrado en “las Rebajas”. Éstas, indefectiblemente, nos llevarán al “Día de los Enamorados”, para luego empalmar con el “Día del Padre”, “Día de la Madre”,..., y así sucesivamente hasta llegar otra vez a “la Navidad”.
Teniendo en cuenta que nuestras vidas están regidas cada vez más por las multinacionales; que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo libre en esos templos del saber, el recogimiento y la reflexión que son los centros comerciales; y que la doctrina imperante establece como fin supremo del hombre en esta vida el consumir a porrillo, ¿por qué oficialmente se sigue manteniendo la división del año en estaciones y meses cuando a la luz de los hechos sería más adecuado hacerlo en campañas comerciales?

miércoles, 7 de enero de 2009

Abuelos niñeros

Cuando por la noche caigo en la cama derrengado después de estar todo el día al cuidado de mis nietos, le propongo a mi mujer que hagamos un plante; que nos neguemos a seguir ejerciendo de niñeros.
Ella me responde con la retahíla de siempre: que así somos útiles; que los sueldos de nuestros hijos no dan para tantos pagamentos (hipoteca, coche,..., y además una canguro); que para que los cuide un extraño mejor nosotros, etc. Pero lo cierto es que ella está tan cansada y se siente tan esclava como yo.
El día menos pensado me armo de valor y les digo a mis hijos que a nuestra edad, lo que queremos y podemos es disfrutar de los nietos, no criarlos; y que es injusto hacernos cargar con esta responsabilidad.

viernes, 2 de enero de 2009

Los niños y la tecnología

Ayer, en el metro, un niño de corta edad anduvo embebido en un videojuego la media hora que duró el trayecto. Su madre no cabía en sí de gozo viendo la sensación que, con su dominio de la técnica, causaba su retoño en los demás viajeros.
No hace mucho, un mandamás de una compañía de telefonía declaró, todo ufano, que los móviles se estaban convirtiendo en una prolongación de la mano de los niños. También menudean los pequeños que, mientras pasean montados en sus carritos, balbucen a través de un teléfono de juguete.
A tenor de lo que nos dice la publicidad, el ordenador, al igual que la cama, es un elemento imprescindible en toda habitación infantil. Ni que decir tiene que si además hay consola y televisión, mejor que mejor.
Es sabido que lo más eficaz para que un niño se entretenga y no moleste es situarlo delante del televisor.
Si quiere lucirse con el regalo de cumpleaños a su ahijado, vaya a comprarlo a una tienda de informática; de seguro que, elija lo que elija, acertará.
¡Y, aunque parezca imposible, aún existen niños que leen! ¡Mismamente ayer vi a uno y me emocioné!