jueves, 19 de junio de 2014

Fin de la amistad


Aunque Conchita poseía grandes dotes de seducción, no consiguió, ni entonces ni nunca, llevar al huerto a Maribel. La situación (tan incómoda) se resolvió sin menoscabo para Conchita porque Maribel disimuló y enseguida pasaron a otra cosa. Ninguna de las dos aludió nunca a aquel affaire y continuaron siendo amigas.

La amistad acabó cuando Maribel contrajo matrimonio. Conchita fue incapaz de hacerse a la idea y durante los primeros tiempos telefoneaba repetidamente a su amiga proponiéndole salir con chicos que muchas veces acababa de conocer. Hacia el marido de Maribel desarrolló un odio tremendo, y acabó por no poder tenerlo delante.

domingo, 15 de junio de 2014

Tarde de estudio


Una tarde, Maribel y Conchita quedaron en la casa de la segunda para prepararse un examen. Cuando Maribel llegó, encontró a Conchita con un camisón transparente, largo hasta los pies y lleno de encaje. Semejante atavío no indiciaba que Conchita hubiera estado durmiendo la siesta porque lo complementaba con unos zapatos de tacón de aguja y maquillaje a tutiplén. Un look tan poco apropiado para la ocasión sumió a Maribel en la perplejidad más absoluta; pero aparentando naturalidad (y con algo de recelo) se sentó enfrente de su amiga dispuesta a iniciar el estudio.

sábado, 7 de junio de 2014

La vampiresa y el pipiolo


En una ocasión, Conchita intentó ligar con el hermano de Maribel. Fue un domingo de primavera en la casa que los padres de ésta tenían en la playa. Conchita salió al jardín y se encontró al joven amodorrado en una tumbona. Embriagada con el calor del sol y el olor de los narcisos, se acercó a él, y al ver su cuerpo serrano tan de cerca, la libido se le disparó. Saberlo poco ducho en las artes amatorias la excitaba todavía más… estaba al borde del clímax.

Cuando el pipiolo abrió los ojos y vio a la bella con el vestido de entretiempo abierto de arriba abajo y sus encantos apenas cubiertos con un sucinto biquini, le entró un acoquinamiento tremendo. Novato al fin y al cabo, no sabía qué hacer para salir del apuro; pero en eso llegó su hermana y se acabó el enredo.

lunes, 2 de junio de 2014

Darse el lote


Durante seis años, Conchita y Maribel fueron las mejores amigas. Sin matarse a estudiar, prosiguieron sus carreras, y en el tiempo libre se hartaron de reír, de ligar y de hacer cosas propias de su edad y condición.


Alguna vez, la actuación de Conchita desconcertó a su amiga. Es lo que ocurrió, por ejemplo, cuando, hecha un basilisco, le recriminó que se hubiera estado dando el lote con un estudiante del último curso mientras bailaba con él en una fiesta. Teniendo en cuenta que Conchita en materia de filetes era un as y que recomendaba su práctica, ese rapapolvo (impropio de ella) la hacía aparecer como cínica e incongruente. Lo único que cabe suponer es que la comía la envidia (el muchacho era mayor y estaba como un tren), los celos, o ambas cosas a la vez.