Mi bufanda es tan ancha que puedo lucirla sobre los hombros como si fuera un chal. Está tejida a semejanza de la randa; con ese calado que parece encaje de bolillos. Su color es blanco; y tiene un toque entre suave y áspero...
Mi bufanda es tan bonita que, cuando la llevo puesta, en ella convergen todas las miradas. Entonces nadie se fija en mí; ni en lo chics que son mis gafas; ni tampoco en la perfecta caída del abrigo beis que me cubre y que heredé de mi abuela... Nada; en tales circunstancias, únicamente mi echarpe es apercibido.
Esta singular prenda me la regaló mi vecina Ana María; una virtuosa del punto y de la amistad. La mujer con la que me encanta rememorar antiguos episodios pueblerinos...
Nieves Correas Cantos
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