Realmente, lo apropiado sería
decir que Faustino, en esa época, comenzó a beber más de lo que solía; porque
beber más de lo conveniente ya lo venía haciendo desde antes de irse a la mili.
Diariamente ingería carajillos, coñacs, cervezas, vino… Y cuando se presentaba
la ocasión, algún que otro cubalibre. En su medio era muy valorado el efecto
vigorizador del vino y, siempre que no se pasara de la raya, se consideraba
normal y hasta beneficioso que el alcohol formara parte de la dieta de un hombre.
Dónde estaba la raya lo marcaba el aguante de cada cual. Lo que sí era
reprobable era la embriaguez: al borracho se le despreciaba o se le compadecía,
porque se le veía como un hombre entregado al vicio, nunca como un enfermo.
martes, 22 de octubre de 2013
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1 comentario:
Tus relatos están alcanzando un perfil humano muy profundo. Es maravilloso ver como logras describir el sufrimiento y las pasiones humanas sin perder un ápice de calidad literaria. Eres la Lorca de la familia.
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