domingo, 1 de septiembre de 2013

Verbalizando las penas


De todas las cosas que he hecho este verano, la más enriquecedora ha sido escuchar a la gente del pueblo donde he pasado las vacaciones. Como yo no vivo allí, mis visitas juzgaban innecesario guardar las apariencias, así que se explayaban conmigo. Habituada al trato superficial y rápido que se suele tener con los vecinos en la ciudad, al principio me sorprendí de que me expusieran su intimidad de esa manera. También temí no estar a la altura porque no sabía qué decir para animarlos; pero, cuando al cabo de algunas confidencias me percaté de que mis visitas no me querían como conversadora sino como escuchadora, ya no me importó que mis comentarios fueran más o menos acertados. Entonces me relajé y dejé que me siguieran contando.

1 comentario:

http://marcelo.blogspot.com/ dijo...

Mi madre también lo dice, a la gente le gusta que les escuches. Además, así luego nos puedes poner a los demás al día de todas las habladurías del pueblo!