jueves, 5 de septiembre de 2013

Preludio


Cuando este verano Isabel se enteró de que Paquita, su amiga de la infancia, vivía en el pueblo, sintió curiosidad y ganas de verla. La llamó por teléfono, y después de decirse los saludos de rigor y de recordar (simulando entusiasmo) alguna anécdota compartida, quedaron en verse. El lugar elegido para el encuentro fue la casa de Paquita, porque ésta se empeñó en que así fuera. Isabel se figuró que su amiga vivía en lo que en el pueblo llaman una casa “hermosisma”, y que quería enseñársela. 
Llena de curiosidad y con los perejiles puestos, acudió a la cita. Al llegar a la dirección indicada, se encontró una casa con muy buena pinta que ocupaba una manzana. La fachada era de color crema, y en las ventanas y balcones había profusión de geranios sospechosamente iguales.

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