Lo más probable es que, cuando mi
amiga Elvira se muera, haya pasado por este mundo sin destacar; pero, por lo
buena persona que es y por lo que ha tenido que bregar en la vida, se merecería
la gloria.
Nació en la posguerra en una
aldea de la provincia de Cádiz; sus padres eran campesinos y ella fue la mayor
y la única hembra de cuatro hermanos. Como sus padres no daban abasto con los
quehaceres de la casa y del campo (entonces se hacía todo a mano y no había
agua corriente ni ninguna comodidad), Elvira, desde bien pequeña, tuvo que
cuidar de sus hermanos. Este hecho le impidió asistir a la escuela
ordinariamente.
Ya moza, sabiendo apenas leer y
escribir y sin haber estado nunca libre de obligaciones, se ennovió con un
muchacho que le daba un aire a un famoso torero y que se llamaba Faustino. Después
de cuatro años de relaciones, Elvira y Faustino se casaron, y aunque él era
picajoso y difícil, se llevaron bien porque ella era dócil y comprensiva.
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