miércoles, 26 de marzo de 2014

Margarita y el estrés


A veces estoy tan cansada que creo que el corazón me va a dejar de latir. En esos momentos no tengo ganas de nada, ni siquiera de pensar; y no me refiero a hacer grandes elucubraciones, sino a discurrir, por ejemplo, sobre lo que voy a comer al día siguiente. En tal estado/situación, soy incapaz de discutir con nadie. Asiento a todo, y lo único que quiero es que me dejen en paz. Sólo me apetece tumbarme en el sofá y relajarme. En completo silencio, intento que mi cuerpo no exista y mi mente vague libremente por el espacio. A veces lo consigo y a veces no. Cuando es que sí, al cabo de un rato me levanto aliviada, pero la dicha dura poco porque recaigo enseguida.

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