A
veces estoy tan cansada que creo que el corazón me va a dejar de latir. En esos
momentos no tengo ganas de nada, ni siquiera de pensar; y no me refiero a hacer
grandes elucubraciones, sino a discurrir, por ejemplo, sobre lo que voy a comer
al día siguiente. En tal estado/situación, soy incapaz de discutir con nadie.
Asiento a todo, y lo único que quiero es que me dejen en paz. Sólo me apetece
tumbarme en el sofá y relajarme. En completo silencio, intento que mi cuerpo no
exista y mi mente vague libremente por el espacio. A veces lo consigo y a veces
no. Cuando es que sí, al cabo de un rato me levanto aliviada, pero la dicha
dura poco porque recaigo enseguida.
miércoles, 26 de marzo de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario