sábado, 7 de septiembre de 2024

LA ABSOLUTA FRANQUEZA

 ¿Os imagináis que de pronto todos empezáramos a decir la verdad? ¡Sería horrible! Muchas de nuestras opiniones cruzarían el espacio cual saetas zaheridoras yendo a impactar en dignidades ajenas. El que más y el que menos se sentiría ofendido a causa de algún parecer adverso; las relaciones sociales se tornarían inviables...

El otro día, mientras me tomaba una ración de queso frito con mermelada y una cerveza en el bar, oí a un parroquiano presumir de hablar siempre con absoluta franqueza. Entonces me acordé de mi admirado Jorge Luis Borges y de lo que él llamaba pedantería ética... 

Nieves Correas Cantos


EL AÑORADO AYER – Las viudeces compartidas

 Después de abominar de la televisión como medio para encontrar pareja, acabé acudiendo a ella con ese fin. Sucumbí cuando la soledad se me hizo tan insoportable que creí volverme loca; los días en que me horrorizaba recogerme porque el vacío que me aguardaba dentro de mi casa actuaba a la manera de un monstruo engullidor...

Respondiendo a mi aparición en el programa celestinesco, diecisiete caballeros me quisieron conocer. Fueron diecisiete señores con los que hablé por teléfono y a los que agradecí el interés demostrado. Posteriormente me entrevisté con algunos en persona; e, incluso, con dos o tres volví a quedar...

Ahora mantengo una relación con uno de estos pretendientes. Viudos ambos, nos une una fuerte atracción física y moral. Como los dos estamos llenos de recuerdos, procuramos avanzar con un cuidado exquisito para que el añorado ayer no nos malogre el mañana. Aspiramos a que la nuestra sea una historia de amor y no de viudeces compartidas...

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LAS PALABRITAS DE ENANTES – De arrechuchos y patatuses

 Quizá los guardianes de la ortodoxia encuentren alguna incongruencia en mi texto; mas ¡es que me ha salido así!

LAS PALABRITAS DE ENANTES – De arrechuchos y patatuses

Ahora que todos somos muy finos, al desmayo lo llamamos lipotimia; pero antaño, cuando el que más y el que menos gastaba llaneza, el término que usábamos para referirnos a la pérdida del conocimiento era “patatús”. - A fulanito le ha dado un patatús al salir disparado un chorizo que intentaba pinchar en un convite de postín-, decíamos con sencillez y gracejo. - Pues a menganita, la invitada de enfrente, le ha entrado otro cuando el citado trozo de tripa ha ido a impactar en su recién estrenado vestido de Molyneux...

Tampoco utilizábamos el vocablo “indisposición” para aludir a las enfermedades de poca monta, sino “arrechucho”. Y así, entre patatuses y arrechuchos teníamos cubiertos los quebrantos leves de salud...   

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LAS MOSCAS ME CONFUNDEN

 Nada, que la mosca no desaparece. Se arrimó a mí cuando pasé por el lado de un contenedor de basura y desde entonces no ha dejado de molestarme. Mientras voy andando por la calle, la cabronceta pugna por posarse en mis ojos o en mi boca para soltar en ellos su carga de asquerosidad; y si con un guantazo se lo impido, empieza a danzar sin salirse de mi inmediación hasta volverme tarumba. La gente con la que me cruzo me mira con cara de sorpresa; al verme mover los brazos y la cabeza de una manera tan desordenada debe de pensar que estoy atacá de los nervios o que me ha entrado el baile de san Vito... Lo que no sé es cómo voy a introducirme en mi casa sin que el insecto se cuele a la vez.  

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MI CALLE

 Hoy en mi calle no vive casi nadie. Los vecinos que antiguamente ocupaban las viviendas han ido muriendo a lo largo del tiempo o hace años que emigraron a la ciudad. Yo me acuerdo de todos los que faltan; de los que moran en el cementerio y de los que un día se marcharon y el mundo se los tragó. Ahora que soy vieja y la soledad me acompaña siempre, a veces fantaseo que los vuelvo a ver. De un modo concreto imagino que entro en sus casas deshabitadas y allí están sus espíritus resistiéndose a desaparecer. En mi última correría visité el domicilio de un hombre muy bueno y profundamente desgraciado que allá por los años de 1960 soñaba con ser Monna Bell...

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EL VOCABULARIO Y LA IMAGINACIÓN

 Tu idea me parece descabellada, Elisenda. Pero ¿cómo vamos a escribir entre las dos un relato erótico? Ni juntas ni por separado; es imposible. Mírame y mírate. Si ambas somos de una circunspección exagerada... No obstante, supón que pudiéramos desinhibirnos y entregarnos a un fantaseo total; al que lo abarca todo. Entonces nos encontraríamos con la inviabilidad de llevar al papel semejante despendole por falta de vocabulario. Porque ¿tú cuántas palabras conoces relativas al sexo que no pertenezcan al lenguaje formal? Yo ninguna. Bueno sí: una vez oí que al coito lo llamaban jodienda...

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FUE POR CULPA DE UNA ASTILLA

 Anteayer se me rompió una falda por culpa de una astilla. Una miaja de madera que andaba suelta en el banco donde me senté. Me enganché la ropa con ella y, cuando hice ademán de levantarme, la tela crujió.

La prenda rasgada, negra y de corte clásico, la conservaba desde hacía años. No era ni la más bonita ni la más extraordinaria de mi armario; aunque sí la más provechosa. Me la ponía casi todos los días combinada con una camisa de color. Amarilla, blanca, rosa... Ataviada de esta forma me sentía bien vestida en cualquier situación; muy galana, pero también natural.

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DE CENCERROS, HABANERAS E ILUSIÓN

 ¡Anda! Yo pensaba que para mantener el ganado unido era necesario que alguno de los animales del rebaño llevara cencerro. Pero resulta que no. Que es indiferente que el colgante cencerril vaya atado a determinados pescuezos o no vaya. Me lo acaba de decir Buenaventura Carraspique, un antiguo pastor de origen cubano que apareció en el pueblo tiempo ha. 

Además de instruirme acerca del comportamiento ovejuno, el isleño me ha hecho una proposición a la que no me puedo resistir. Se le ha ocurrido que como yo toco la guitarra y a él le gusta cantar, podríamos formar un dúo y participar en el concurso de boleros convocado por la Asociación de Amantes de la Buena Música. Hasta me ha sugerido la pieza que cree que sería la ideal. Se trata de la hermosa habanera “Veinte años”. El hombre está tan entusiasmado que en la puerta del cementerio donde nos hemos encontrado ha empezado a recitar:

“Qué te importa que te ame 

Si tú no me quieres ya

El amor que ya ha pasado

No se puede recordar...” 


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HOY CASI NO ME PUEDO LEVANTAR

 Cuando uno es joven, puede darse cualquier tute y enseguida se recupera. Pero de mayor, volver a la normalidad después de haber realizado un gran esfuerzo ya no es tan sencillo.

Yo misma: ayer estuve trajinando todo el día con mis setenta y un años y hoy casi no me puedo levantar. ¡Estoy hecha fosfatina! Es como si las junturas de mis huesos hubieran desaparecido tras el tremendo palizón.

El cuerpo me está pidiendo reposo y se lo voy a dar. En cuanto desayune, me voy a apoltronar en el butacón de la sala y pienso permanecer en él todo el tiempo que necesite. ¡Hasta que más o menos me recomponga! Podría aprovechar el descanso para pergeñar un texto y mandarlo a ese certamen literario que anunciaron en Post55. Me encantaría lanzarme a escribir; mas el problema es que no se me ocurre sobre qué hacerlo...

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EL PATIO DE MI CASA – De compadres y enjalbiegos

 Dedicado a mi amiga Isabel

Las paredes del patio de mi casa están llenas de desconchones. A lo largo del tiempo, el enlucido de las mismas se ha ido cayendo y ahora apenas les quedan partes de pintura. Ante semejante panorama, le voy a mandar un recado a mi compadre Clodomiro para que venga a ayudarme a enjalbegar...

Estoy pensando que una vez que hayamos acabado de blanquear los muros corraleros, si nos restan fuerzas y cal, podríamos extender el enjalbiego a las fachadas de la casa; la de delante y la de detrás. Y después, un buen remate de faena sería que cubriéramos los racimos de la parra con sacos de papel a fin de protegerlos de los picotazos de las avispas...

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DE ENVIDIAS, PEDRUSCOS Y HUMILLADEROS

 ¡Mira que hay envidiosos en el mundo! Millones y millones. ¡Con la infelicidad que provoca este pecado capital! Una hartura de seres amargados por las cualidades  ajenas, e incapaces de desarrollar las propias. Antiguamente, en un humilladero que existía a la entrada de un pueblo cercano, los devotos depositaban piedras en su interior para liberarse de sus culpas. Recuerdo que cada piedra representaba un pecado; y que yo siempre supuse que las más pesadas debían de ser las que se correspondían con la envidia...  

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EL ALIÑO INDUMENTARIO

 Pienso que en lo que atañe a la ropa, menos es más. En cambio, Lucrecia Tintirintín dice que un adorno proporcionado siempre perfecciona un buen traje. Y es en esta controversia en la que andamos ahora metidas las dos...

EL ALIÑO INDUMENTARIO

Estoy hasta la coronilla de tus consejos estéticos, Lucrecia. No insistas porque no voy a hacer lo que me propones. Estás empeñada en que a mi vestido nuevo le ponga una flor entre el hombro y la pechera y eso es algo que no va a suceder. ¿Pero no te das cuenta de que tus gustos y los míos son contrarios? De que tú no concibes la elegancia sin aliño y que para mí el aliño, en casi todos los casos, es superfluo... Un modelo demasiado sobrio puede no resultar sencillo, sino pobre -sostienes tú. ¡Fuera floripondios y demás perejiles! -concluyo yo.

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MIENTRAS HAGO GIMNASIA

 El gato se encuentra ahí, al otro lado de la pared de la buhardilla. Lo sé porque estoy viendo su sombra. Ha debido de colarse en la casa por el ventanuco que dejé abierto anoche. Parece imposible que haya podido pasar a través de una abertura tan pequeña, mas es por el único lugar que se me ocurre... Al principio, al instante de descubrir su imagen, he pensado que podía tratarse de un efecto óptico; una especie de ilusión felina. El hecho no hubiera tenido nada de raro puesto que en ese momento me hallaba haciendo el pino y lo percibía todo al revés. Pero como cuando he vuelto a ponerme cabeza arriba la representación gatuna seguía estando presente, ya me he convencido de que era real. A mí los gatos me dan mucho repelús y estoy aterrorizada. No sé qué hacer pues son las cuatro de la mañana y no es cosa de ponerse a gritar... 

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LAS MANGAS DEL VESTIDO- De sisas y lingotazos

 Con este calor necesitaría ir sin mangas, pero no puedo. Llámenlo manía, tonta preocupación o como quieran; mas lo cierto es que no me siento cómoda llevando los brazos al aire. Para mí, la manga ideal es la francesa; la que llega justo hasta debajo del codo. El otro día fui a tomar un vermú con unas amigas y lo pasé fatal. Tratando de sobreponerme a mis rarezas braquiales me vestí con un traje que sólo me cubría el hombro y no pude relajarme en ningún momento. Entre lingotazo y lingotazo estuve todo el tiempo estirándome las sisas del vestido por mor de que no se me vieran los molletes que se me forman al lado de las axilas...

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PERENDENGUES DE OROPEL Y DEMÁS ARTIFICIOS – Diatriba contra las falsas grandezas

 ¡Cómo dan el pego algunas personas! ¡Con qué arte adornan la realidad y pasan por lo que no son! Claro que no a todo el mundo consiguen engañar. Pero a muchos sí que lo logran. Seducen a aquellos que se deslumbran con el brillo de las apariencias y son incapaces de apreciar el mate de las cosas de valor; o a los que no saben ver a través de un trampantojo...

Cuando algún glorificador equivocado me habla de las grandezas de fulano o de mengano y yo intuyo la verdad, me acometen dos sentimientos ambivalentes: por un lado me enrabio contra mi informante por su fatuidad y, por otro, me apiado de él por su ceguera...

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¡MENUDO ESPECTÁCULO MAÑANERO!

                                                                                                    Dedicado a mi amigo Vicente

Esta mañana me he visto negra para freír el pescado. El calor era insoportable; y las moscas, enloquecidas, pululaban por todas partes. Además, un hombre que estaba arreglando el tejado de la casa de enfrente no paraba de atisbar mi desnudez a través de la ventana de la cocina. Y no es que yo anduviera sin ropa alguna entre las cacerolas y las sartenes ¡qué va! Pero sí que vestía con pocas prendas a fin de combatir el bochorno; un par de andrajos y pare usted de contar... Al final, con la curiosidad in crescendo del mirón, la sofoquina que no me dejaba respirar y el revoloteo incesante de los insectos he acabado histérica perdida. De repente he comenzado a convulsionar y a llamar hijos de puta a los dípteros, al voyeur y hasta a un gato que al oírme gritar ha huido despavorido. 

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LA LITERATURIZACIÓN DE LOS PECADOS – Salomé de Regolaje

 Siempre que me confesaba, procuraba que mis palabras fueran oídas por los demás. Al principio, los demás eran cuatro beatorras que esperaban su turno delante del confesionario; pero después, cuando se difundió la noticia de lo picantes que resultaban mis culpas, casi todo el pueblo acudía a escucharme.

Y así, de este modo, fue como conseguí atraer la atención de mis vecinos. Apoderarme de la voluntad de unos desaboridos que jamás me habían considerado. Convertirlos en fanes entre los que poder literaturizar mis experiencias...

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LAS SUPOSICIONES BÁRBARAS

 Por confiar demasiado en mis suposiciones, a lo largo de mi vida he incurrido en numerosos yerros. Como cuando oí por primera vez la palabra “másculos” y pensé que era el nombre de un pueblo bárbaro. Y sólo porque el término me sonaba a algo parecido a “suevos”, “alanos”... En fin. Los resultados de mi hipótesis en aquella circunstancia fueron catastróficos. Lo digo porque en el examen que nos hicieron en la escuela sobre la caída del Imperio Romano, no me cansé de repetir que fueron los másculos los que invadieron la península ibérica en el siglo V; e, incluso, llegué a llenar tres cuartillas hablando de las peculiaridades de esta tribu. El maestro, que era muy severo, me puso un cero y me dio un capón; y, después, me obligó a mirar el diccionario...  

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¡MENUDO DESPISTE!

 ¡Uf! ¡Qué horror! He salido a la calle en chancletas... Acabo de advertirlo y no sé si volver a casa a cambiarme o proseguir mi camino. Llevo dos manzanas recorridas y me es difícil tomar una decisión. Observo que algunos viandantes miran mis pies y sonríen. Es lógico: no es muy común encontrarse con una abuela que viste con mucho recato y calza una especie de chinelas fosforito...

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EL TEXTO OSCURO DE CELINA PEDICOJ

 Alrededor de los veinte años, cuando la imposibilidad de alcanzar la plenitud ensombrecía hasta mis momentos más festivos, necesitaba oír música de Glenn Miller para remontar; sobre todo “Serenata a la luz de la luna”. El efecto envolvente de esta pieza, unido al poder magnético del vinilo girando en la gramola, me sumía en un estado de embeleso del que siempre me costaba retornar...  

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LA TENTACIÓN DE DECIRLE - Por debajo de la falda

 Cada vez que veo a Sinforosa Paredaño siento la tentación de decirle. Pero como la intuición me advierte que si le digo voy a perder su amistad, resuelvo no hacerlo. Así que nunca le desvelo que en el año catapum, ella y el estufero del pueblo me ofrecieron los primeros indicios de algo que hasta entonces me había pasado desapercibido: el sexo.

Sucedió un domingo de primavera en el cine; mientras en la pantalla aparecían unas imágenes melodramáticas tremendas y el público lloraba y soltaba jipidos sin parar. Pasó que cuando se me cayó una peseta al suelo y me agaché a recogerla, por entre las dos butacas de delante pude observar como la mano del vendedor de estufas se introducía por debajo de la halda de Sinforosa y, con su asentimiento, avanzaba rastreando hasta el final. Fue una escena que, al mismo tiempo que me desconcertaba,  exacerbó mi curiosidad...

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EL PURO Y EL DURO

 Ayer me encontré un duro. Estaba en el fondo de un cajón; al lado de un cigarro puro envuelto en celofán. Ambos hallazgos me enternecieron sobremanera. Puro y duro tenían el aire de reliquias. Vestigios de un pasado que aún conservo en la memoria...

Con los dos descubrimientos en la mano me retrotraje a mi infancia. Al día en el que entre cuatro chiquillos de la calle nos fumamos una breva. Un mastodonte negruzco que alguno de nosotros le había cogido a su progenitor sin ser visto. Caladas incontroladas que nos dejaron atarugaos...

Y también retrocedí a mis domingos de cine y pepinillos en vinagre. Festividades en las que, con la moneda de cinco pesetas que me daban mis padres, podía hacer las cosas que más me gustaban: ver películas y comer pequeñas cucurbitáceas adobadas de las que vendían en la caseta...

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SI ME DAN A ELEGIR-Entre la tosquedad y la afectación

 El siguiente escrito es un simple ejercicio teórico; una especulación que se me ha ocurrido para pasar el rato. Afortunadamente el idioma español tiene incontables palabras...

SI ME DAN A ELEGIR-Entre la tosquedad y la afectación

Si me dan a elegir entre los términos “cabrón” y “malandrín” para referirme a un bellaco, con toda seguridad escogería el vocablo “cabrón”. Pero ante la disyuntiva de tener que mandar al bellaco a la mierda o a la porra, sin duda lo enviaría al segundo lugar. Quiero decir que aunque prefiero la malsonancia a la cursilería, en ocasiones puedo decantarme por la cursilería. Tal cosa sucede cuando la palabra malsonante es blasfema o escatológica. 

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DE HOMÓNIMOS E INCONVENIENTES

 De la misma manera que los Napoleones anónimos se sienten opacados por la fama del emperador francés, las Massieles desconocidas no podemos librarnos del influjo de nuestra tocaya cantante... 

DE HOMÓNIMOS E INCONVENIENTES

Me llamo Massiel; Massiel Perrunilla Tercelete, por más señas. Pero al contrario de lo que podáis pensar, no me pusieron este nombre por la archiconocida intérprete del “La, la, la”, sino en honor de una antepasada mía que en tiempos remotos fue botijera y zahorí. De hecho, mi denominación tiene tan poco que ver con la mencionada artista que, cuando ella alcanzó la celebridad, a mí ya hacía quince años que me habían bautizado. Sin embargo, y a pesar de todo esto, desde que mi homónima ganó el Festival de Eurovisión, la gracia que compartimos parece llevar su impronta... 

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HACER OJITOS

 Con estos calores no tengo ganas de nada. El cuerpo lo siento como si fuera un saco de patatas; un bulto difícil de arrastrar. Me pesan las extremidades, los años, el alma... Espero aclimatarme pronto y salir de este estado porque me encuentro fatal. 

Lo único que me apetece es estar tumbada con los ojos cerrados o leyendo cuentos de Somerset Maugham. Casi todos los relatos de este escritor me los sé de memoria; pero sigo repasándolos ya que siempre les descubro algún sentido nuevo y son tan amenos que actúan como un elixir. 

Ahora mismo, en medio de este bochorno infernal, no se me ocurre nada que merezca ser contado. Bueno, sí: que el otro día, cuando aguardaba en la sala del dentista, un otoñal con muy buena facha comenzó a hacerme ojitos y yo aluciné... 

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LAS ALMENDRAS DEL CHOCOLATE

 Esta mañana, el chocolate traía más almendras que de costumbre. Además, las citadas venían colocadas de una manera poco ortodoxa; como queriendo provocar... Cuando he abierto la tableta y me las he encontrado surgiendo de la pasta exuberantes y apetitosas, no he podido resistir la tentación y me las he zampado todas. Así, descuajándolas una tras otra y echándomelas a la jeta... 

Después del desaguisado, la pastilla de chocolate, llena de oquedades por el vaciado del fruto, ofrecía un aspecto lamentable; pero también me la he embuchado en un santiamén...

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BONIFACIO CHOCLOTANDA – El tocador de mi tía

 Cuando me sentaba delante del tocador de mi tía y me acicalaba, me encontraba con mi auténtico yo. Entonces sí. Después de ponerme cosméticos en la cara: abéñula, carmín, colorete... y alheña en el pelo, la imagen que me devolvía el espejo se correspondía con mi verdadera identidad.

Mostrarme tal como era sólo podía hacerlo en la casa de mi tía. En el resto del orbe tenía que ocultar mi exacta naturaleza.

A mi parienta le encantaba presenciar mis maquilladas. Le sorprendía la pericia que revelaba en el arte de aplicarme los afeites. Decía que la borla de los polvos iba y venía sobre mi cutis cual si estuviera valsando “El Danubio azul”. Su impresión de que me parecía a Maureen O´Hara no podía halagarme más...   

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EL GOCE MADRUGUERO

 Sucede cada día al amanecer. En ese lapso en el que las sombras y la luz se enmarañan confundiendo a los vivientes. Dura apenas diez minutos; el tiempo justo para embriagarte de placer.

Me refiero a un miniprograma radiofónico que trata de música. Un espacio que te empapa con grandes voces de todos los tiempos. El dedicado a Barry White lo recuerdo especialmente porque resultó un disfrute total. Y el de esta mañana, con Tom Jones de protagonista, tampoco ha estado mal...

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CUANDO LA MODERNIDAD ME PARECE MODERNEZ

 Cuando la mayoría de personas coincide en alabar una novedad y yo pienso que esa novedad es un bodrio infumable, lo primero que hago es dudar. Desconfiar de que verdaderamente me encuentre ante la opinión pública y no en presencia de la opinión publicada... También se me ocurre que quizá, y debido a mi falta de tiempo habitual, no me he detenido lo suficiente a considerar la novedad en cuestión y se me han escapado los aspectos más interesantes de la misma. O puede que me esté anquilosando y que la modernidad en general haya empezado a parecerme modernez... No sé. Como me niego a aceptar que el virus de la cutrez esté atacando a la humanidad y destruyendo su sentido de la estética, en estos casos sigo buscando una explicación que justifique semejante discordancia...   

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PLATICAR CON UNAS PIERNAS

 Durante años, lo único que vi de aquella mujer fueron sus piernas. Como la susodicha no podía bajar las escaleras de su casa y a mí me imponía acceder al piso superior, cada vez que iba a darle algún recado me encontraba con sus enormes patas detenidas en el rellano que quedaba sobre mi cabeza.

Patas y sólo patas. Dos piernonas embutidas en negras medias de lana que salían de debajo de un mandil. Y arriba del delantal nada; el borde del cielorraso me cercenaba el campo visual...

Un día, esas extremidades que me hablaban desde el último peldaño hicieron ademán de descender y yo huí despavorido. No quise saber si por encima de ellas había torso y testa o si realmente la figura de mi interlocutora terminaba a la altura del faldar...

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EL REQUIEBRO Y LA SONRISA

 Aquel muchacho causaba sensación, sobre todo cuando sonreía. Entonces la cara se le iluminaba y sus negros ojazos parecían dos faroles con formidables reverberos. Le decíamos el Francés porque vivía en Francia; y, aunque hacía poco tiempo que había emigrado con sus padres a dicho país, el primer verano que volvió al pueblo ya tenía acento galo. Muchas púberas estábamos enamoradas de él; prendadas de su risa. Pero el jovenete, teniéndose por un bien universal, con todas se mostraba dadivoso y a ninguna distinguía. A mí me regaló uno de sus resplandores faciales un domingo al salir de misa. Me llamó a la vez “petite fleur”; y con este requiebro y el sonriso me adentró en un mundo nuevo de fantasías...

Cuando volví a mi casa henchida de emoción, puse en el tocadiscos “Pequeña flor” interpretado por Sidney Bechet. Recuerdo que mientras las notas del clarinete se esparcían por la habitación, comencé a notar su ausencia...

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EL ASOMBROSO REVOLTILLO – Los infinitos vocablos

 El escrito al que me refiero bien podría haberse titulado “El asombroso revoltillo”. Superficialmente se trataba de un montón de palabras vertidas sobre el papel sin ton ni son. Un cúmulo de términos inconexos que parecían estar burlándose del lector... Pero cuando éste traspasaba el espejo a la manera de Alicia, se encontraba con un mundo mágico en el que todo parecía encajar. Entonces descubría que los infinitos vocablos no eran más que las piezas de un extraordinario caleidoscopio que iba mostrando diferentes representaciones según lo volteara el leedor. Multitud de ideas sugeridas; encanto e idealización...

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DÍAS DE MORAPIO Y ESPLENDOR

 ¡Cómo cambian los cuerpos con la edad! Aunque el peso no varíe, el contorno de la figura suele modificarse por completo. Arrolladas por la flaccidez, las colinas que antaño permanecían firmes acaban descendiendo; y la columna vertebral, el espinazo sandunguero, mengua y se encorva cual si fuera un reptil...

De estas transformaciones físicas y de la inseguridad que provocan hablábamos esta mañana mi amiga Régula y yo en el salón de su casa. Mientras oíamos cantar a Dinah Washington y nos tomábamos un vermú, rememorábamos el tiempo en el que ambas podíamos ceñirnos la cintura con los antebrazos y no necesitábamos sostén. Días de morapio y esplendor, cuyo recuerdo nos ha sumido en la melancolía...

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POR CONTRASTE

 Las deliciosas divagaciones de mi amiga Alba y su atrayente verbosidad me hacen recordar a don Maximino, un maestro que tuve de pequeña. El susodicho, partidario entusiasta del laconismo en la expresión, nos exigía a los alumnos sobriedad siempre; pero, sobre todo, en el momento de redactar. Entonces, el educador se mostraba inflexible: no nos permitía ni una palabra de más en el texto...

Don Maximino desdeñaba y llamaba inanes a los vocablos que sobraban y palabrería inútil a la verbosidad; y añadía que el decir, sin concierto ni razón, solía concluir en incongruencia...  

Yo en aquellos tiempos tenía un cacao mental tremendo. En mi cerebro se mezclaban las voces inanes, las incongruencias, la verborragia... Las leyendas de los santos; los dramas de Joselito y de Marcelino, pan y vino que el cine me enseñaba; la imagen serrada del Patrón...

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LA AGUDEZA Y LA SANDEZ – Historia de un tomatazo

 Un día, yendo por la calle, me tiraron un tomate. La baya, que estaba muy madura, salió por una ventana y vino a esclafarse sobre mi cabeza haciendo ¡plof! El pelo, recién lavado, se me quedó maltrecho lo mismo que la dignidad...

Aunque nunca supe las razones de tal ataque, imaginé que como yo en ese momento iba pontificando acerca de la sandez disfrazada de agudeza, el atacante tenía que ser un patoso concernido...

En cualquier caso, sobreponiéndome a la situación, me recompuse el orgullo y la cabellera como pude y continué mi camino hablando de lo cerca que están a veces la parida y la genialidad...

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A LA VERA DE LA LUMBRE

 A lo que hicimos aquella tarde Mario y yo no sé cómo llamarlo. Estuvimos hablando de gramática; en concreto, del uso preposicional. Fue muy interesante porque mi amigo, que es filólogo, me informó de que, cuando nos referimos a tiempo, tan correcto es decir “antes que” como “antes de que”. O sea que uno, si quiere, puede ahorrarse la preposición...

También nos entregamos Mario y yo a contarnos nuestros secretos. Afanes y desventuras; placer y dolor... Fue después de tomarnos una absenta a la vera de la lumbre.

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LA OBLIGACIÓN DE TRIUNFAR

 I

Yo de pequeño era un ser anodino. Como no tenía ninguna gracia especial, nadie se fijaba en mí. Mis amigos eran también chiquillos carentes de toda habilidad; criaturas insignificantes que pasaban totalmente desapercibidas...  

II

Enfrente de nosotros estaban los niños poseedores de un don. Chicos con cualidades especiales que brillaban más que el sol y que a todo el mundo encandilaban. Huelga decir que a los modestos, los sobrados nos caían fatal...

III

Mi condición de poca cosa se vio confirmada cuando mi tía Magdalena le mostró a un experto un dibujo de una figura humana hecho por mí, y éste vaticinó que no llegaría muy lejos. Aunque eso sí, me predijo la carencia de un porvenir brillante con muchos tecnicismos y alguna que otra palabra de consuelo... 

IV

Al principio, con la etiqueta de mediocre adherida a mi persona, lo pasé muy mal. Pero cuando advertí que la admiración de los otros significaba esclavitud, me conformé con mi suerte. Libre de la obligación de triunfar, un día descubrí los cuerpos celestes y me hice astrofísico... 

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