¿Os imagináis que de pronto todos empezáramos a decir la verdad? ¡Sería horrible! Muchas de nuestras opiniones cruzarían el espacio cual saetas zaheridoras yendo a impactar en dignidades ajenas. El que más y el que menos se sentiría ofendido a causa de algún parecer adverso; las relaciones sociales se tornarían inviables...
El otro día, mientras me tomaba una ración de queso frito con mermelada y una cerveza en el bar, oí a un parroquiano presumir de hablar siempre con absoluta franqueza. Entonces me acordé de mi admirado Jorge Luis Borges y de lo que él llamaba pedantería ética...
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