¡Mira que hay envidiosos en el mundo! Millones y millones. ¡Con la infelicidad que provoca este pecado capital! Una hartura de seres amargados por las cualidades ajenas, e incapaces de desarrollar las propias. Antiguamente, en un humilladero que existía a la entrada de un pueblo cercano, los devotos depositaban piedras en su interior para liberarse de sus culpas. Recuerdo que cada piedra representaba un pecado; y que yo siempre supuse que las más pesadas debían de ser las que se correspondían con la envidia...
Nieves Correas Cantos
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