martes, 7 de mayo de 2024

LAS PARTES DEL CUERPO HUMANO

I

De pequeña, cuando el maestro me mandaba dibujar el cuerpo humano, yo obedecía; pero siempre lo pintaba a mi manera: no como un todo, sino dividido en partes. La cabeza la ponía en un sitio de la lámina, el tronco en otro, las extremidades en otri... Y obraba así porque entonces estaba convencida de que cualquiera de estos trozos corpóreos podía funcionar por separado; con independencia de los demás...

II

Para justificar mi psicodélica visión del organismo y evitar que el pedagogo me atizara un capón, presentaba tres argumentos que me parecían irrefutables. El primero era el ejemplo de san Dionisio Areopagita, el patrón de nuestro pueblo. Un mártir que, después de ser decapitado, cogió la cabeza del suelo y con ella debajo del brazo anduvo por todo París. También argüía yo que en Turquía vivía un turco que no tenía más que el torso; de este modo lo aseguraba un vecino muy creíble que había recorrido aquellas tierras en busca del arca de Noé... Asimismo le recordaba al profesor que en la biblioteca escolar existía un cuento de Pérez Galdós que trataba sobre el tema. Un relato titulado “¿Dónde está mi cabeza?” en el que hablaba de un hombre que un día amaneció sin nada sobre los hombros y de cómo había abordado la situación... 

Nieves Correas Cantos

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