Conforme voy cumpliendo años, el número de personas con las que puedo compartir recuerdos va disminuyendo. Apercibirme de este hecho me provoca una gran inquietud. Supongo que las criaturas que lleguen lúcidas a edades muy avanzadas deben de quedar sobrecogidas por una terrible sensación de soledad...
EL ÚLTIMO TESTIGO
Cuando el viejo arribó a la postrera etapa del camino y no vio a ninguno de sus coetáneos por semejante lugar, se sintió aterrado. Con la conciencia de ser el último testigo de un tiempo que se fue, las remembranzas que conservaba de aquella época comenzaron a pesarle igual que si fueran de osmio. Sin nadie con quien poder testar el contenido de su memoria ¿cómo iba a saber que lo que en ella estaba había sucedido de verdad?
Nieves Correas Cantos
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