martes, 14 de noviembre de 2023

EL GOCE DE LOS SENTIDOS

 Los higos que me regaló Demócrito excitaron mi apetito. Eran de color verde claro; semejante al del ajenjo, las ciruelas claudias y un collar de bolas ensartadas que me trajo un antiguo pretendiente de un viaje por tierras javanesas...

Tan pronto como llegué a casa con ellos me comí uno; y al poco otro; y después otro... ¡Y así estuve hasta que no quedó ninguno!

Sé que obré mal; que lo perfecto hubiera sido dejar dos o tres para que la familia los probara... ¡Pero es que no lo pude remediar!

Desde que mi compadre me los dio, recién cogidos de la higuera, sentí un deseo irrefrenable de ingerirlos; de introducírmelos en la boca; de notar su sabor... Se me antojaban suavísimos; con cientos de semillas esparciéndose por mi paladar...

 Terminado el festín pensé que al arribar a mi morada tendría que haberlos puesto en el anaquel superior de la alacena; en la fuente desportillada que guardo para ocasiones parecidas. De esta manera, sin verlos, hubiera podido resistir la tentación... 

Nieves Correas Cantos


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